Capítulo 7

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Les dejo las aclaraciones del lenguaje:

-Garca: traicionero, deshonesto.

-Puteadas: malas palabras, maldiciones.

-Pibe: chico, nene.

A disfrutar!

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21:34 PM

El cambio que radicó dentro de la sociedad desde el primer ataque a la muralla María, hasta la situación actual, era muy notable. Las defensas, las políticas, el parlamento, los comercios, la cultura, etc. Todos ellos habían avanzado de manera logística y práctica; nuevas leyes se crearon bajo la tutela del nuevo gobierno que buscaba ampliar los derechos de los ciudadanos y darles beneficios, así también la mentalidad de éstos se modernizó. Gran parte de ese cambio se reflejó en las escuelas, en los negocios, en las fuerzas armadas y en las familias.

Que muchas cosas cambiaran no significa que las convencionales costumbres desaparecieran, y en eso trabajaba la Policía Militar.

Los soldados aún seguían arrestados por los actos cometidos durante el gobierno de facto del último régimen político. Los cargos fueron por: abuso de poder, encubrimiento de funcionarios ilegales, desviación de fondos públicos y negligencia en la labor de policías. Estando tras las rejas, su juego sucio aún facturaba en las calles. No debería de ser una sorpresa; la corrupción se escurre y ensucia hasta los lugares más infrecuentes. Por tal razón, debajo del manto disimulado y desapercibido de los habitantes, una red de espionaje trabajaba para ellos, recopilando información de los cuarteles y tentando a trabajadores de mala paga a unírseles a cambio de ciertos beneficios. Siempre fue así; la Policía Militar siempre fue garca y traicionera con la gente y los ideales.

Entre las noticias que les llegaron del exterior, dieron con la novedad de que un soldado dentro de la Legión de Reconocimiento le profesaba rencor a uno de los capitanes. Fue ahí, en ese preciso momento, que encontraron una oportunidad para enemistar a la Legión y hundirla. Solo tenían que incitar a ese recluta a realizar un par de movimientos, y a cambio le ofrecerían lo que usualmente tentaba a las personas: plata, vivienda y reconocimiento social.

Un combo explosivo a la libido del humano.

Esa red de espionaje contactó al recluta, pidiéndole su presencia en la cárcel situada dentro de la muralla Sina, lugar donde se encarcelaron a la mayoría de los soldados. Con algo de intriga y ansiedad, el soldado se presentó en el horario de visitas a escuchar lo que tuvieran para decir. Sentado frente a una mesa sucia y desbaratada, esperó a que uno de los presos se le acercara. No tardó mucho en llegar un hombre decrépito vestido con el uniforme de recluso, con algunas hojas blancas en las manos.

-¿Floch Forster? – preguntó el anciano al verlo solo en aquella mesa.

-Así es. Fui invitado por uno de los suyos en la Ciudad ¿Me equivoco?

-Para nada, te estábamos esperando – se sentó frente a él evocando una ligera sonrisa – voy a ser breve; tengo entendido que tenés ciertos desacuerdos con el Capitán Levi por lo ocurrido en la batalla en Shinganshina ¿Es así?

-Eso depende del por qué me lo esté preguntando – Floch no dejaba de ser calculador por más que se tratara de la reputación del capitán; alguna razón oscura había detrás de aquella pregunta – me sorprendió que un espía suyo me contactara ¿Qué tengo yo para ofrecerles a ustedes? ¿Qué le hace pensar a usted que cuando me vaya de acá no voy a informar sobre la red que trabaja para ustedes allá afuera?

Media HoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora