Capítulo 5

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Otra vez acá dejandoles la parte nueva de este fic. Como siempre, las aclaraciones:

-Pucho: cigarrillo.

-Vivo: inteligente, despierto.

-Telo: albergue transitorio.

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21:45 PM

La diminuta biblioteca que había dentro del Cuartel era lo suficientemente afable para Eren, un poco lúgubre y fría por la escasa concurrencia de los soldados allí, pero acogedora para él cuando se sentía muy mal (como ahora).

Con la tenue luz provocada por una vela en el centro de la mesa, el chico reposaba, escribiendo en su diario los nuevos recuerdos que hacía poco atacaron su mente en imágenes grotescas y poco descifrables... Si no era suficiente con tolerar eso, también debía escuchar los lastimeros gritos que aparecían en conjunto con las memorias que iban llegando.

No era la primera vez; hace ya bastante que tiene esos episodios. Comenzaron a llegar luego de leer los libros que su padre guardaba en el sótano; como pesadillas, como recortes de vidas ajenas que se hacían presente para torturarlo, para robarle con cada memoria un poco de vida con el fin de desnudarle la firmeza y cordura.

Los bloqueos también eran constantes. Si no reaccionaba a tiempo, se veía descubierto por sus amigos en un trance inmóvil, ausente del presente. Todo producto de la verdad que conoció y que más tarde deseó no revelar. No porque fuera incapaz de afrentarla, sino por el hecho de que, a medida que rememoraba los actos cometidos por Marley y Eldia, una parte de sí mismo se iba pudriendo.

Ya no sentía la necesidad de llorar o reír como antes, de a poco se convertía en una hoja seca, y lo sabía. Era consciente de su situación y de lo mal que iba a terminar.

Fue por esa razón que hace unos meses comenzó a escribir un diario personal que dejaría como su legado. No era mucho, pero era lo suficiente para hacerle entender, a quien le siguiera en la línea de sucesión,que la guerra no llevó nunca a un buen resultado; ni a la victoria ni a la derrota, solo a un infierno interminable.

Los recuerdos que le atormentaron hace unas horas lo obligaron a irse a la biblioteca y escribir los sucesos que rememoró. Con eso logró quitarse un peso menos de la cabeza, aunque el dolor seguía ahí latiendo en el área pre frontal. Se sobó con la mano la frente para recostar la cabeza en la mesa, encima del diario. Notó que la vela tardaría una hora aproximadamente en morir, y decidió quedarse hasta entonces, luego se iría.

-Hola Eren-

Ya había escuchado unos pies entrar al lugar, no se sorprendió de escuchar una voz familiar.

-Hola Armin- contestó aun con la cabeza reposada y sin mirarlo, con un tono casi apagado.

El rubio se sentó del otro lado de la mesa; traía consigo un candelabro con dos velas encendidas que dejó sobre la madera.

Cuando vio el diario debajo de Eren comprendió la situación.

-¿Otra vez las memorias?

-Sí, cada vez son peores-le confesó al recomponerse para mirarlo.

-Eso se nota, ya empezaste a tener ojeras- se burló mientras el moreno sacaba de la campera de la Legión un cigarrillo; todavía le quedaban tres de uva.

Armin no solo le notó las ojeras; también visualizo la hinchadez de sus ojos y lo rojos que estaban. Sabía que no era por llorar, sino por la presión cardíaca que experimentaba en cada conexión con los recuerdos. Él también lo vivía con las memorias de Bertholdt; pero a diferencia de Eren,sus ojos nunca llegaron a verse tan muertos, tan sofocados... tan idos. Eso sin mencionar su cara ¡Oh por Las Diosas! El rostro de Eren se denotaba indignado con la vida misma, descontento y desilusionado.

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