Capítulo 6

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Los reflejos de Eren se sosegaron en el momento que su cuerpo fue impulsado contra la puerta recientemente cerrada. No esperaba tal rapidez del Capitán para actuar, quien lo encerró con su pierna y pecho, transmitiéndole su temperatura corporal a medida tanteaba con las manos las caderas del menor. Tan firmes y tersas, toda una incitación a seguir arrinconándolo. El chico dejó ir una exhalación a modo de sorpresa cuando el otro abrió la boca con el objetivo de saborear el inicio de su cuello.

Estaba perdido, mierda que lo estaba.

El deseo y la lujuria que sentía hace unos momentos en el bar no podía compararse con el actual veneno; un veneno caliente que corría por las venas de sus muslos, sienes, cuello y abdomen. El musculo empapado en saliva se paseó por su garganta, desde el comienzo de la delgada clavícula, por la morena extensión de piel hasta llegar al mentón, el cual raspó con los dientes. Levi pudo percibir a través su lengua como se erizaban los delgadísimos vellos de ese atezado cuerpo, descubriendo que un punto débil en Eren era la parte inferior de su Nuez de Adán. Fue todo un deleite el escucharlo jadear cuando lamió repetidas veces esa zona al mismo tiempo que afianzaba su agarre en las caderas, friccionando sus figuras, grabando en su memoria auditiva cada leve gemido y gimoteo que el chico otorgaba.

Si la orientación del menor era desastrosa debido al alcohol ingerido hace unas horas, ahora lo era el doble de peor. Y no por los efectos secundarios, sino gracias a los toques obscenos que el mayor daba por su abdomen, por sus piernas ligeramente abiertas dándole lugar a que siguiera tocando, a estimularlo aun más con esas manos tan seguras y masculinas.

Mientras con sus brazos aprisionaba a Levi desde la nuca para que le siguiera besando el cuello, posó la vista en la cama de dos plazas frente a él; el acolchado de un color bordó y las paredes de lo que apostaría un tono crema, ya que por la luminiscencia rojiza de la lámpara no podía distinguir las cosas con claridad.

Pero su mente sí fue clara cuando se imaginó a si mismo tendido sobre esas sabanas, con las piernas más que abiertas y el Capitán entre ellas, haciéndolo enloquecer de placer. Los labios se le ensancharon en una sonrisa al darse cuenta que esa misma noche se encontraría en esa posición, y vaya uno a saber en cuantas más.

No aguantó la ansiedad y tomó al mayor del cabello para degustar su boca. El sabor agridulce se le mezcló con la saliva aturdiéndolo, agudizándole los nervios bucales, acortándole la respiración cuando el otro arremetió con la lengua alcanzando la garganta. No se contuvo y jadeó, dándole el gusto a su Capitán de verlo extasiado y enfervorecido de calentura. Ambos sabían que gran parte de esas reacciones tan sensitivas eran producto de los tragos; otra gran parte era producto de lo que venían conteniéndose.

En el Cuartel era muy difícil que pudieran superar los besos mojados. Los soldados merodeaban a cada hora en sus puestos de vigilia y control, por lo que tener encuentros sexuales no era una opción muy viable a la luz del día. Y sin embargo, cuando uno creía que en las noches se podría concretar, los guardias de turno nocturno se encargaban de cagar los planes. Era una mierda en todo sentido; se sentían frustrados.

Es por tal razón que ahora, mientras Levi traga todos los fluidos que se crearon en la boca de ambos, los dos entienden y se hacen conscientes de que esta vez nada los va parar. Que ningún recluta, ni Hangie, ni nadie los va interrumpir, y eso lo hace emocionarse.

Las piernas de Eren se enredaron en las caderas del mayor cuando éste lo tomó por los glúteos, levantándole en el proceso. Afianzó el agarre de sus extremidades y Levi caminó por la habitación con paso rápido, clavando sus dedos esa carne tan fornida y gruesa, provocando el primer espasmo del chico en la noche. Volvió a besarle con saña mientras lo estampaba en la pared contraria a la puerta, momento donde se les escapa un gemido bajo cuando sus miembros chocan y friccionan por el golpe. Un choque electrizante que sensibilizó la piel y la voz del menor.

Media HoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora