Capítulo III

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Mía Galti… "Confesiones de un alma desgarradora"

– ¡Joder Mía! –¿Dónde aprendiste a tomar el toro por los cuernos?

Mi boca libera la tensión de su virilidad. Mi lengua recorre su miembro como un trofeo…—¡los dientes Mía!—farfulla mientras le encajo mis caninos a medio camino…una punzada directo en mi entrepierna se hace notar…sus dedos juegan con mi humedad...llego a la cima y un cosquilleo en la garganta me hace retroceder hasta el principio…su cara refleja cuan poseído está mientras mi boca lo conduce a un paraíso incendiado.

—¡Muerdeme una vez más!—me ordena. Mi boca se pierde por enésima vez en su virilidad. Mis manos lo amoldaba como si fuera una pieza de porcelana, y yo, presionaba mi mandíbula sobre el grosor final de su generoso miembro. —¡Es una tortura!—dice—sus manos traviesas atrapan mis pezones. Éstos  duro y a mitad del espectáculo mis hermosos caninos, premolares y molares encajaron provocándole un líquido caliente y amargo…mis ojos se dilatan pero no me aparte…lo disfruto doble al sentir que llegaba nuevamente a la cima de ese remolino…muerdo mi labio al saborear la última gota de él.

—¿Estás bien?—preguntó atrayéndome hasta su pecho.

Asiento con la cabeza. Una risa tonta se interpuso entre mis labios…me acomodo a su lado…nuestras miradas quedan justo como dos rectas paralelas destinadas a un mar de silencio. Le acaricio su rostro…sus ojos se cierran apasionadamente para sentir cada milímetro de mi piel. —¡Serías un calvo muy sexy! —digo enredando mis manos en su menuda melena castaña.

—¡Mía!—me sorprende reponiendose ante mis caricias infinitas —¿Quiero saber que te sucedió hace cinco años atrás?

Sus cambios de humor me desconcertan al excarvar sobre los restos de una de mis mayores pesadillas.

—Thiago…los recuerdos en forma de pieza de puzzle encanjan en mi cabeza. —No es algo de lo que me sienta orgullosa hablar—digo al fin—unas lagrimillas asaltan mis cachetes ruborizados por la vergüenza de mi desgracia…

—¿Te culpas aún por haber sido víctima de tu expareja?—especuló. —Mía, joder…dime que fue lo que te hizo ese imbécil—sus puños son como Bukowsky…cicatrices que aluden a muchas riñas.

—Todo empezó en el campo de fútbol…Era el niño más codiciado de la Isla. Arrogante hasta la narices. Su hobby era sentarse en el terreno de entrenamiento, —decía que en unos años era yo la que estaría en las enorme gradas vacilando como vería llover los goles uno detrás de otro...

Sus padres viajaban constantemente a Italia por trabajo, él era aparentemente feliz...mientras pasaban los años su ego fue alimentado por el placer de humillar a todos lo que los rodeaban. Sin embargo, yo era la burla de todos mis compañeros…incluyéndole a él. Recuerdo que mis padres siempre me recogían a la salida del cole y eso era el mayor motivo de bullying.

—Thiago te cuento esto para que logres entender lo que siento en el fondo de mi alma—le dije.

— ¿Quieres un poco más de vino?—preguntó al ver que mis labios temblaron y esta vez no fue de placer.

»Sombras de un Demonio»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora