XXXIII

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Dejo el celular sobre la mesa y exaltado se volvió hacia los papeles que yacían sobre el sofá, un claro recordatorio de lo que debía cumplir

Su mano vibró con cierto nerviosismo sobre la primera hoja, había pensado emplear grafito y no tinta permanente pero ya era tarde, no había tiempo para idear alguna estratagema

Cinco horas de suplicio y desesperación antes de recibir la segunda llamada. Esta vez no tuvo oportunidad de escuchar a Sasuke o Naruto, simplemente le habían otorgado un plano cardinal mediante palabras y puntos clave que evitaran descubrir la ubicación exacta del sitio acordado. Una telaraña mental trazada sobre el mapa de la ciudad, los trazos que había hecho a partir de las reseñas verbales iban y venían, líneas equidistantes que finalizaban en uno de los subterráneos al noreste de la ciudad

La advertencia era clara y concisa, una amenaza demasiado lógica que en otro momento habría pasado por alto…pero no en ese. Nadie mas debía presentarse al lugar e Itachi no pensaba exponer la integridad física de las dos personas que trataba de proteger a toda costa

Iría solo, se presentaría por su cuenta en el lugar indicado, justo al pie del subterráneo. Sin dinero en efectivo, cheques, documentos, pagares. No le habían pedido absolutamente nada

Pero él disponía de una coartada, quizás no podría contactar previamente con la policía, antes no, sin embargo, podía hacerlo cuando estuviera allá. Evitaría por cualquier medio levantar sospechas y solo cuando viera a Sasuke y Naruto sanos y salvos, realizaría la llamada correspondiente, una tecla, diez segundos de espera y los detectives rastrearían el lugar en el que se estaba efectuando la llamada. No se basaría por la guía grafica que le habían proporcionado tan deliberadamente, no, seria estúpido si los secuestradores fijaban el lugar exacto, seguramente la reseña indicaba un lugar cercano al punto del encuentro, si les otorgaba a los oficiales los trazos, acudirían a ese sitio sin demora, no obstante, el riesgo de que el sector fuera erróneo era demasiado alto y él no pensaba arriesgarse, ni un poco

Inhaló profundo, forzándose a firmar la hoja. La punta del bolígrafo rozó la línea enunciada con tinta roja, Itachi garabateó su firma y arrojó sobre el sofá el resto del contrato, de igual forma se apresuró a vestirse una chaqueta negra, sentía frio, un frio insólito que consideró completamente normal dadas las circunstancias, seguramente se enfermaría, la preocupación que tenía en esos momentos rebasaba cualquier otra emoción. No había dormido, no había comido y aun no podía razonar apropiadamente, solo los impulsos guiaban sus movimientos, sus pasos que resonaron a lo largo del pasillo antes de que abriera de golpe la puerta

El taxi ya lo esperaba en la acera de enfrente y aunque su mente se hallaba en otro lugar en esos momentos, fue perfectamente capaz de memorizar los trazos del mapa que terminaban en el subterráneo

-Itachi

A punto de cruzar la calle, una conocida voz lo obligó a frenarse en seco

Itachi pensó en evadir el llamado, ignorar al pelirrojo que, en compañía de sus otros dos compañeros de debate, se acercaban velozmente hacia la fachada de su casa

Podría irse, no tenía tiempo que desperdiciar y tampoco tenía previsto gastarlo en una efímera charla que lo llevaría al mismo punto en el que se encontraba

Con fuerza, cerró sus puños, dominado por la indecisión de solicitar mayor ayuda de la planificada o resignarse a partir él solo para evitar fracasar al alterar su propio criterio

Si lo hacía solo también corría el riesgo de fallar, y si aceptaba ayuda las probabilidades eran las mismas

Inquieto, decidió esperarlos

Amor de cristal.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora