PROPUESTA

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Los personajes no me pertenecen exclusivamente a sus creadores. Mundo alterno, época actual. Contenido Adulto. Sexo explícito. Queda advertido.

PROPUESTA ...

Llegó el día de la segunda entrevista con el señor A. Candy se sentía indecisa por más que se mentalizo por blindar sus emociones, no pudo porque todos estos días, nada más cerrar sus ojos lo veía a él, soñaba con él ya se había regañado mentalmente por ser tan débil.

Tenía años de no sentirse así de atraída por un hombre en plano emocional, se sentía como una adolecente, esa sensación solo la habia sentido con Mikael, ese mariposeo en el estomago, esa emoción que le recorría por todo el cuerpo, deseaba estar con él una vez mas, pero tenía que mantenerse firme, no existe esperanza alguna  entre ellos. Había  logrado mantenerse fría ante sus correos; suplicando sus favores, había leído uno a uno sus mensajes., él quería estar otra vez con ella, no era el primero que quería repetir, así que siguió el protocolo y no contestó, aunque por dentro también muriera de deseos por yacer con él.

Llegó al restaurante iba tan metida en sus pensamientos que no se fijo que ya estaba ahí el culpable de sus desvelos. El mesero la guió a un área privada.

- Buenas... Candy se interrumpió por que lo vio ahí sentado, increíblemente apuesto portaba un traje color gris acerado, que le hacian resaltar sus hermosos ojos azules, su corazón latió aceleradamente, sus senos de endurecieron y sintió un pinchazo en su entrepierna, este hombre la ponía al cien inmediato.

- Pero, ¿Qué me pasa? Pensó Candy y al fin saliendo de su trance.

- Así, ¿qué eres tú el famoso "A"? Dijo Candy con una sonrisa en los labios. - Mire señor A, no puedo romper mis reglas, por eso no le he regresado los mensajes. Aclaró Candy sentándose. Albert no pronunciaba palabra alguna, nada mas verla se le vinieron como flashes los recuerdos de las mil maneras que la embistió, se puso duro inmediato. Candy lo veia atenta esperando una explicación.

- Pero, ¿por qué no dice nada? Pensó Candy al ver que el solo la miraba fijamente.

- ¿Señor A? Me retiró. Candy se levantó. No podía estar mas tiempo con este hombre, quería abalanzarce a él y besarle hasta quedarse sin fuerzas.

Albert se levantó inmediato y la sostuvo del brazo, Candy se sentía desfallecer de excitación sus piernas se aflojaron no podría dar el espectáculo y caerse así que se detuvo, esperando escuchar lo que él tendría que decir.

- No te vayas... por favor déjame explicarte. Dijo Albert suplicando. Candy sólo asintió no podía expresar palabra alguna. Albert la guió como todo un caballero a su silla. Candy ya sentada otra vez, lo veía esperando una explicación.

- Candy... lo único que puedo decir a mi favor es que, te deseo... y eso no lo puedo evitar, quiero tomarte hasta quedarme sin fuerzas. Dijo Albert todo jadeoso, Candy no podría estar mas excitada su entrepierna palpitaba de deseo por este hombre, ¿Qué podría pasar? ¿por qué negarme este gusto? ¡Me encanta este hombre! Pero una vocecita interior le murmuraba que no era buena idea. - ¿Por qué flaqueo? Pensaba Candy con el corazón acelerado.

- No, señor Andrew, Lo siento no puedo...

- No, no acepto un no por respuesta. La interrumpió Albert. - Escucha mi propuesta. Dijo Albert negociando.

- ¿Propuesta? Cuestionó Candy curiosa. Le causaba interés saber como la podría convencer. - Está bien, lo escucho.

- Quiero... contratarte por un mes, te quiero para mi todo ese tiempo, quiero que viajes a Japón conmigo. Ahí estaba lo había dicho, no sabía por que le nació hacerle la invitación, pero sólo de imaginarla con él todo ese tiempo, su lujuria se intensificaba. - Te pagaré la cantidad que dispongas. Candy se quedó con la boca abierta, se imagino todo menos eso, recordó lo leído en el periódico que cerraría un negocio importante con los japoneses.

LUJURIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora