SEXO SIN LIMITES

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Los personajes no me pertenecen, exclusivamente a sus creadores, historia alterna, época actual. Contenido Adulto. Sexo explícito. Queda advertido.

Sexo sin límites...

Albert vio, como entraba esa hermosa rubia al aeropuerto, siguió sus movimientos, hasta que la vio abordar, fue cuando él se dispuso, hacer lo mismo.

Verla,  hermosa y sensual lo puso al mil de excitado. Candy  portaba  unos jeans ajustados como siempre, un suéter que dejaba ver una hermosa silueta, nada extraordinario pero se veía impecable y atractiva, su cabello agarrado en una cola de caballo, dejando en apreciación un cuello largo y blanquesino, su rostro expresaba, felicidad y admiración. Su rostro juvenil, lozano y natural se le veia realmente  bella, sin una gota de maquillaje.

- Buenas noches... Saludó Albert con una bella sonrisa a Candy, después de cerrar la boca por la admiración de verla.

- Buenas noches... Contestó Candy y se vio interrumpida.

- Señor Andrew, espero que se sienta cómodo, le ofrezco, agua, vino o algún aperitivo. Ofreció la azafata, embobado por tan bellísimo hombre.

- Nada, gracias. Contestó Albert sentándose. Sin voltear siquiera a verla. No podía quitarle la mirada a Candy. La azafata, se fue, dejándolos solos.

- Señor Andrew, ¿no viajaría en su avión privado?. Preguntó Candy divertida. Albert, se excitaba, cada que Candy le nombraba así.

- No, prefiero hacerlo así, con tan agradable compañía. Dijo Albert sincero. A Candy, se le estrujó el corazón, le pareció atento y adorable.

- Ok... me parece, perfecto, no me gusta viajar sola, y menos de noche, además no puedo dormir durante el viaje, así que nos pondremos al día, señor, " Don magnate". Albert sonrió, le causó gracia su comentario.

- ¿Por qué, me dices señor magnate ? Á caso me conoces? Preguntó Albert sorprendido. Candy se sonrojó, recordando que googleo, todo de él.

- Bueno, leí en el periódico... Leí que eres un importante empresario y que viajas a Japón, para cerrar tratos con ellos. ¿o me equivoco?. Omitió el hecho de urgar en Internet, su vida.

- No, no te equivocas. Contestó Albert mirándola, recorriendo con su mirada, su esbelta figura, percibía su delicioso, aroma a cítricos, cada que hablaba se perdía, en esos labios rojos, recordando como tomaba su miembro. Eso lo puso a mil, su venoso y carnoso falo, reaccionó, inmediato. Candy se dio cuenta, de su excitación.

- Señor Andrew...

- Albert, puedes decirme Albert. Interrumpió.

- ¿Albert? Tienes nombre de Príncipe. Bromeó Candy. - Pareces, un verdadero Príncipe, ¡Dios que guapo es! - serás mi Príncipe. Pensó Candy emocionada.  Albert no podía dejar de admirarla, no aguantó mas, acerco sus dedos y acarició su mejilla.

- Eres, tan hermosa, tú piel es tan suave como la seda. Albert acarició  su mentón. A Candy se le aceleró el pulso, Albert, tocó sus labios con su dedo índice. Moría por besarle.

- Moriré, si no hago esto. Dijo Albert acercándose a ella, y tomó sus labios en un beso demandante. Albert no le daba tregua, introducía su lengua, buscando la de ella. Candy, cedió y disfrutó. A falta de aire, se separaron.

- ¡Eres, deliciosa!. Candy estaba por decir algo, pero, fue acallada por otro beso, intenso. Albert la acercó más a él, enredó sus dedos en sus rubios cabellos, profundizó y descendió a su cuello.

- ¡Hueles riquísimo!. Besó su cuello, su mano libre, acarició sus piernas, tocó su entrepierna. Candy, soltó un jadeo de placer. Albert, frotó sobre su ropa, la parte íntima de Candy. Ella se retorcio de placer.

LUJURIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora