SOLEDAD Y LUJURIA

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Los personajes no me pertenecen exclusivamente a sus creadores. Mundo alterno, época actual, contenido adulto, sexo explícito. Queda advertido.

Soledad y lujuria.

Después de su encuentro apasionado, entre ellos Albert se vio absorbido por el trabajo, entre juntas, recorridos, comidas entre los inversionistas, Albert dedicaba todo su tiempo en esto, lo que más le pesaba era no ver a su diosa de ojos verdes. No  importaba cuan ocupado estuviese la pensaba demasiado. Estaba por concluir su último recorrido del día, se encontraba ansioso, sólo quería estar con ella, la extrañaba.

- No, no puedo creer que te extrañe, ¿Por qué lo hago? Pensaba Albert. Los negocios iban viento en popa, fue un gran acierto, asociarse con los japoneses.

- Querido hijo, ¡enhorabuena! Tú trabajo rinde frutos, te leí en los periódicos, eres un gran éxito. Max y Phillip, te extrañan, pero ya tienen todo listo, para el viaje a Australia. Comentó por teléfono su tía Elroy.

Albert perdido en sus pensamientos, no escuchó nada.

- ¿Albert? ¿Te pasa algo? Preguntó Elroy, suspicaz. Antes de salir a Japón notó un gran cambio en su estado anímico. todos esos días mostraba una actitud alegre pero a la vez desconcentrado. Había leído en los periodicos que se le vio, bajar del avión, en compañía de una hermosa mujer rubia. Pero, hizo caso omiso, dado que pudo haber sido alguna pasajera, que compartió con él durante el viaje, él caballeroso como siempre. Además respetaba su vida privada, estaba en su derecho de rehacer su vida o tener amiguitas, jamás lo juzgaria, siempre fue un hombre, integró buen esposo fiel y es un padre magnífico.

- No, tía no me pasa nada, sólo estoy agotado, aunque se concretó todo, los recorridos y juntas, me tienen agobiado. Contestó Albert. - Saludame a mis pequeños, pronto estaré con ellos, diles que pasaremos unas lindas vacaciones en Australia.

- Cuidate hijo, descansa y no te malpases, come a tus horas, por favor. No te preocupes por nada,  los niños están bien cuidados. Se despidieron. Albert colgó.

Ya había pasado una semana y media, Albert llegaba muy tarde y la encontraba dormida, no quería molestarla, no la tocaba desde esa noche,  donde dieron rienda suelta a sus deseos, no podía dejar de pensar lo que sucedió la última vez, ese encuentro duró más de lo previsto, paso dos noches con ella, su encerron casi de tres, no se presentó con los japoneses hasta el martes.

Lo que sucedió en esas cuatro paredes fue tan intenso y placentero, jamás se había sentido tan lleno y satisfecho pero deseaba más de ella, se amaron de mil formas, la pasión y la lujuria fueron el ingrediente perfecto, está mujer le entregaba todo sin recato, sin censura, su cuerpo era materia dispuesta en sus manos, entró en todas sus cavidades, con ella pudo sacar lo más primitivo de su ser.

Estos dias con los japoneses lo tenían de muy mal humor, deseaba estar con Candy, la necesitaba, solo quería perderse en su hermoso cuerpo. Ahora mismo no le interesaba lo que le estuvieran diciendo estos hombrecitos, su mente y excitación, estaban en su recuerdos de es fin de semana.

Flash back

Albert enardecido del placer recorrió todo su cuerpo, mordia cada parte del cuerpo de Candy dejando un camino enrojecido, aunque no lo hacía daño,  le causaba un ligero dolor y placer. Candy permanecía boca abajo con las piernas separadas para Albert era ver su fijación hecha realidad, lo ponía tan cachondo verla así, luciendo esas hermosos  glúteos, sin poder más la penetro de una manera salvaje perdiéndose, sin medir su fuerza entraba y salía de ella. Candy gritaba de placer incitando a que no parará.

- SÍ, DAMELO TODO, SI CARIÑO, RICO... ¡DAME DURO! MAS ASÍ, ¡GOZATELO! MMM, SÍ, ALBERT NO PARES POR FAVOR, DIME QUE PUEDES HACERLO POR MÁS TIEMPO!. Eran sus gritos de Candy exigiendo placer.

- Claro que puedo empalarte toda la noche, no puedo saciarme de ti, si vieras lo abierta que estas para mi, verte como me recibes, ver que te entra todo, no sabes lo caliente que me pones, solo quiero penetrarte sin piedad y perderme en ti. Decía Albert con voz entrecortada por el placer.

- No pares, estoy apunto de sentirme. Candy a punto de alcanzar su explosión. Albert la levantó más, Candy enredo sus piernas en él, logrando una mejor penetración, manteniendo la pocision boca abajo, empezó el va y ven duro, posesivo salvaje donde el dolor y el placer se mezclaban.

- ¡! CANDY, QUE BUENA ESTAS, ESTOY APUNTO DE CORRERME. Albert excitado.

- SIGUE NO PARES, ME FALTA POCO, TERMINAME. Exigió  Candy pérdida en el placer, Albert intensificó las embestidas.

-Se corrió magistralmente, Albert salió de ella. Y ya no pudiendo controlar el orgasmo brotó ese zumo blanquecino  en ella.
Final flash back

Después de tan desbordante entrega, se ducharon juntos, durmieron abrazados y a mitad de noche se amaron de manera mas tranquila. Albert le hizo el amor.

Al amanecer desayunaron, juguetearon, no podían dejar de hacerlo, convivieron platicaron de todo y nada, conocieron sus gustos, miedos sin entrar en terreno personal, Candy a pesar de lo malo que ha pasado, siempre se muestra como una mujer tierna y divertida, lo cual le hizo ver lo maravilloso ser que era, Candy se mostró cariñosa, relajada. Albert se sintió cómodo, mimado y deseado, como hace tanto tiempo no se sentía. Candy juqueteba con él, le daba de comer en su boca, lo premiaba besandolo, lo abrazaba.

- ¿Por qué me siento tan bien con ella?. Pensó Albert suspirando. - Con ella me sentí... Feliz, pleno.
Se asombró demasiado, -¿Por qué se sentía así con está diosa? - me gusta estar con ella.

- Esta noche, No te me escapas Candy, pensó Albert. - muero por hacerte mía otra vez.

Por otro lado Candy estaba desconcertada, después de esa entrega maratonica su Príncipe llegaba demasiado tarde, la pasaba todo el día en juntas, lo esperaba y le daban las altas horas y no llegaba, siempre le ganaba el sueño. Después cuando despertaba, lo veía a su lado perdidamente dormido, se le antojaba despertarlo con una buena paja, pero lo veía sumamente cansado y optaba por dejarlo descansar. Por las mañanas desayunaban juntos, pasaban un rato agradable. Albert se discúlpaba con ella, por su descortesia. A Candy le parecia tan tierno y caballeroso, Candy tenía abierto todo para pasear, comprar pedir cualquier cosa, pero no le apetecía, aunque sabía que no debía sentirse mal, no podía evitarlo, se sentía sola y abandonada. Pero, también se sentía conmovida y tranquila dado que este bello hombre no la trataba como una prostituta de alta paga.

- Mi Príncipe. Suspiró Candy.

Continuará

Chicas dejó actualización, la tia tan comprensiva jajajajajajaja Gracias por seguir esta historia... Saludos.

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