Regresa, Kakarotto. [Dragon Ball Z]

dos.

Sus manos temblaban a la vez que sostenía el papel. Con cada palabra que leía sentía un dolor en el pecho, la respiración le fallaba y el sudor frío no se detenía.

Al terminar de leer aquella carta no podía pensar correctamente. Su mente estaba hecha un desastre; tenía millones de interrogantes sin respuesta y sentimientos terribles. Todo se juntaba de una forma tan asquerosa que sentía que algo malo iba a sucederle tarde o temprano.

Algo se había desequilibrado dentro suyo, pero de una manera imposible de ignorar. Era como si todo su ser estuviese hecho de fragmentos que dependen de un pegamento para que se mantengan unidas. El detalle estaba en que si aquel pegamento desaparecía, todas las piezas perdían su orden y era imposible volver a juntarlas.

Ya no había pegamento.
Las piezas no regresarían a la normalidad.

Una voz femenina interrumpió sus pensamientos. Lo exaltó; era Bulma.

—Mira la mesa.

Él subió la mirada y pudo verla observándolo. Ella aún tenía lágrimas en sus ojos; sabía que lo Vegeta había leído no era todo. Aún le faltaba leer dos cartas y sabía que no reaccionaría bien. Probablemente no lo demostrase, pero su rostro y acciones gritaban que estaba jodido. Ella lo sabía perfectamente; le recordaba al tiempo en el que Vegeta tenía pesadillas recurrentes y malos recuerdos sobre experiencias traumáticas relacionadas con sus viajes en el espacio conquistando planetas y exterminando razas. Su padre, el planeta Vegeta y Freezer tenían un papel importante en aquellos traumas.

Odiaba volver a verlo así.

Por su parte, él al menos esperaba encontrar algo que aclarara su mente, aunque una idea daba vueltas en su cabeza.

«Alguien te arruinó, Kakarotto.»

Miró la mesa justo como ella le indicó y decidió verificar los papeles que estaban ahí. Pudo ver que eran más cartas.

Por alguna razón eso lo perturbó; todo había estado calculado. Lo asustaba, aunque no entendía muy bien por qué.

Aquellos papeles eran siete, los ojeó con rapidez verificando los nombres.

"Todos."
"Pan."
"Trunks del futuro, por si regresa."
"Bra."
"Freezer."
"Uub."
"Adiós."

Un recuerdo vino a su mente al leer el último título.

«Eso fue lo último que me dijo mientras yo dormía.»

Se había sentido muy real. Podría jurar que Kakarotto estaba en su habitación hablándole cuando aquello sucedió.

Estaba confundido, realmente no tenía idea de lo que había sucedido esa madrugada.

Una simple corazonada.
Un sueño.
Una visión.
Telepatía.

Quién sabe.

De todas formas sentía que no valía la pena prestarle atención a eso. Era mejor buscar respuestas aunque su mente no funcionara al cien por ciento.

Se apresuró en leer la primera y la última carta, pero su angustia solo incrementó a medida iba avanzando. Se estaba sofocando, el corazón le latía con rapidez y los temblores incrementaron. No iba a poder seguir de pie por más tiempo. El estómago se le revolvía, se empezaba a sentir enfermo y un nudo se formaba en su garganta. Su cabeza trataba de procesar lo que estaba leyendo, pero no funcionaba, haciendo que todo termine por juntarse confundiéndolo aún más, ¿por qué no podía calmarse? ¿Por qué su corazón no dejaba de latir? ¿Por qué sus emociones estaban siendo tan horribles? Aquellas y más interrogantes se formaron en su mente, haciendo que la información que recibía se mezclara y que finamente colapsara al llegar al final de ambas cartas.