Sᴛᴇᴘ Eɪɢʜᴛ

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  Chris no había movido un músculo del sofá, su mirada perdida en la nada y su rostro siendo reflejado por la pantalla apagada de su televisor. ¿Qué diablos acababa de pasar? No importaba cuantas vueltas le diese en su cabeza, seguía sin encontrar una respuesta coherente. Sentía ganas de golpearse contra una pared, ¡había dormido con MinHo entre sus brazos! La vergüenza le estaba consumiendo por dentro porque le había fascinado despertar con su vecino sobre él, no había pasado nada entre ellos y aun así el sentía que había sido la mejor noche de su vida.

  ChangBin se iba a burlar tanto de él.

  Se removió su ya revuelto cabello. MinHo había hecho todo eso dormido, no significaba nada, lo sabía, pero eso no evitaba que deseara repetir todo una segunda vez, tal vez una tercera... a quién mentía, quería despertar así todos los días, ni siquiera le molestaría dormir en el sofá si eso significaba tener al chico de rasgos felinos entre sus brazos otra vez.

  Chris estaba jodido, solo cinco días y ya había desarrollado un flechazo de esa escala por el chico que le ayudaba con su primo. En su defensa MinHo era más que una cara bonita, era divertido, inteligente y dulce, verle con Felix se había vuelto una de las escenas favoritas de su día por la forma en que su vecino hacía pucheros y su voz se volvía un poco infantil para hablar con el pequeño de pecas. Su primo le adoraba y, según tenía entendido, los bebés tenían como un radar para reconocer a las buenas personas. Lee MinHo era la mejor de todas.

  Su piel era tan suave, sus pestañas largas y sus labios finos y color cereza... Chris comenzó a preguntarse si tendrían un sabor dulce. Se removió el cabello y dio palmadas en las mejillas para entrar en razón, no era el momento para pensar esas cosas. Agradeció que MinHo siguiese en el cuarto, la imagen mental había ido un poco ―demasiado― lejos y no sabría cómo justificar su sonrojo y emoción.

―¿En qué me has convertido, Lee MinHo? ―preguntó a la nada antes de intentar relajar su cuerpo con respiraciones largas y pausadas.

  Cinco minutos después finalmente se levantó del sofá y decidió hacer el desayuno, tanto el de él y MinHo, como el de Felix. Sacó unos cinco huevos, bacon y la leche del bebé del refrigerador y puso las tostadas en la tostadora.

―Oh, eso huele muy bien ―MinHo salió con un Felix entre sus brazos que jugaba con su chupete y se aferraba a su hombro. Chris se preguntaba como su vecino podía actuar tan natural luego de lo sucedido, él sentía como sus mejillas se sonrojaban nada más de verle.

―Espero que te guste, es lo que siempre desayuno yo ―le informó volviendo a fijar su mirada en el sartén.

―Claro, ¿tienes cereales? ―preguntó y Chris escuchó como dejaba a Felix en su sillita con uno de sus carritos de juguete.

―En la segunda gaveta junto a la despensa ―le indicó y la cocina se llenó de un silencio que solo era interrumpido por Felix y su carrera imaginaria.

  MinHo sacó los cereales y puso a calentar la leche de Felix y un tazón para él. Chris quería decir algo, pero su cabeza solo podía repetir una y otra vez la forma en que su vecino se restregó contra su cuerpo como un lindo gatito y él solo se fijaba en el pequeño lunar que tenía en la punta de la nariz.

―Al parecer a Lixie le da miedo despertar y no ver a nadie ―MinHo inició la conversación otra vez mientras llenaba su tazón de leche con algunos cereales.

―Lo sé ―Chris admitió en un suspiro ―, la primera noche se despertó por pesadillas y no pudo volver a dormir hasta que lo acosté a mi lado; desde ese momento decidí compartir cama con él ―la culpabilidad le consumió, decía eso y se había quedado en el sofá disfrutando de la compañía de su vecino sin preocuparse por el bienestar de su primo.

Pasos de bebé 『ᴮᵃⁿᵍⁱⁿʰᵒ/ᴹⁱⁿᶜʰᵃⁿ』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora