8. Pureza
— ¿Tu alfa es un puro? —pregunto Rosé por décima vez, era "amiga" de Lisa y una alfa que terminó invitando a comer por obligación al toparse con ella en el supermercado—
Lisa volteo a verla como normalmente veía a las personas que sabían que era alfa y la escucho gruñir, tragándose las ganas de devolverle el gruñido y ponerla de cara contra el piso con el culo al aire, fingió susto y se "encogió" en su lugar.
Lisa podía decir que odiaba eso.
— ¡perdón! —Lisa la escucho gritar y se acercó con rapidez, casi quiso rodar los ojos, abrir la puerta y sacarla a patadas— me viste muy feo y me sentí extraña —dijo Rosé rascándose la cabeza, Lisa sabía que la había mirado muy mal, estaba tentando su auto control, ya la tenía cansada con su mirada hastiada y tonos de fastidio—
— No te preocupes —negó con suavidad— pero te recomendaría que te alejes un poco, mi alfa tiene olfato sensible y es bastante territorial —
— ¿Te describes a ti misma? —escucho la voz interna de su lobo burlarse—
— claro —respondió Rosé brincando hacia atrás— ¿que vamos a comer? —preguntó yendo tras de ella a la cocina—
— costillas de cerdo agridulces —dijo Lisa depositando todo sobre la mesa, extrañaba a Jennie, ni siquiera un sonrisa le dedicaba frente a esos simios, desde hace una semana se había alejado después de su asunto en el baño y su ligera discusión—
Vio como Rosé la analizaba con la mirada, bastante atrevido de su parte considerando que era un "beta", no veía la hora de que se largará, le urgía quitarse esa ropa color pastel que la hacía ver pequeña y mustia.
Estaba de muy mal humor.
— Estamos —dijo su lobo, Lisa le dio la razón comenzando a cocinar—
— ¿Por qué finges ser una beta? —preguntó Rosé, Lisa no se alteró, siempre le decían bromas por el estilo, gran altura, cuerpo fuerte, mirada intimidante, para ser una "beta con apariencia omega" era raro, la alfa siempre lo atribuía a que sus padres eran betas y alfas y en su defecto heredó rasgos de ambos, patrañas— y eres un alfa puro, hija de alfas puros con un hermano alfa puro —gruñó levemente— nos engañaste y no te importo —
— No se de que hablas —dijo Lisa sin dejar de cocinar— estas paranoica ya imaginas cosas —musito restándole importancia—
— Eres tan cínica —dijo burlándose— si te hablo con voz alfa me contestarias —gruñó— habla —
— a los betas eso no nos afecta —dijo, como alfa superior esas voces no le provocaban nada, risa cuando mucho— deja de hacer el ridículo y lava los platos mejor —bufo—
Claro, no esperaba que Rosé se atreviera a desobedecer terca en que era una alfa, ya sabía que tenía razón pero a ella eso no le importaba, si no la soltaba le arrancaría la mano.
— ¡habla maldición! ¡Eres una mentirosa! —grito con enojo, Lisa suspiro y sintió como alguien lanzaba a Rosé contra el piso—
— Deja en paz a mi novia —escucho la voz de la prometida de su hermanastro al que aveces le decía hermano, una alfa pura también, como Lisa era la consentida a el le tocaba mantener el linaje, se burló para sus adentros—
Rosé tembló en el piso ante la voz, Lisa quería burlarse a carcajadas, pero sólo se escondió detrás de Irene, esa enana era una cosa muy salvaje.
Posiblemente Rosita quería refutar, pero parecía demasiado sorprendida sin querer creer lo que pasaba, eso era buena señal, le contaría a los demás que era beta confirmada y de su novia, le evitaría problemas para los curiosos que se metían en lo que no les importaba.
— esta cercana a su celo, posiblemente se sintió amenazada por tu aroma —dijo Lisa, el rostro de Irene tratando de no deformarse en una risa—
— no me interesa, nadie se mete contigo ¡ahora largo! —gruñó, parándose y tomando sus cosas Rosé casi corrió a la entrada, esperando 5 minutos, Irene fue a revisar y sin señales de ella se regresó sin aguantar las carcajadas— ¡cuanto auto control! ¡Por eso mi papá te veía como mejor opción! —se burló dándole palmadas en el hombro—
Sin nadie ignorante de la situación alrededor podía ser ella misma.
Sacándose la falda larga color rosa de un tirón y el suéter para lanzarlos lejos, quedo en una simple camiseta sin estampado y bóxer.
— Te invito la cena —dijo Lisa caminando a la cocina, parando frente a la mesa se quito los lentes estilo Harry Potter dejándolos en su lugar, y procedió a quitarse los pupilentes cafés, tomó la liga de la mesa para arreglar su cabello en una coleta—
— así ya te ves como tu —señaló Irene con los pulgares arriba, se lanzó al sofá dispuesta a ver televisión— pero extraño tu cabello platinado —
Ahora sólo esperaría que el supresor pasara.
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