13. Volverte a ver.

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(Finnick Odair)

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(Finnick Odair)

Nadie me decía nada. Desde la transmisión del capitolio en que todo parecía salirse de control, desde ese día me volvieron a poner bajo supervisión, había intentado tranquilizarme, incluso Beetee quiso aydarme. Pero en el refugio fue imposible que mantuviera la cordura. Lo único que sé es que el grito de Nicolette había perforado mi pecho, la sangre comenzó a hervirme y de un momento a otro mi vista se vio nublada.

Nada más. Eso había sido todo. Katniss tampoco estaba mejor. Una vez que pudimos regresar de la zona segura fue directo a su habitación, no la he visto salir de ahí, no por el día. Mi pequeña ventana tenía vista a su puerta, por lo que era mi única distracción. Annie intentó visitarme varias veces, quería que me cotara lo que fuera que estuviera pasando, pero se cerraba a darme información. En lugar de eso me platicaba de su almuerzo o cuantas veces tuvo que cepillar su cabello.

De ahí en más no recibía visitas, tampoco las esperaba, no figuraba como persona de interés entre los planes. En cierto punto me gustaba, finalmente no estaban siempre pendientes de mis pasos. Me acostumbré a pasar desapercibido.

El único avance que podía percibir a primera vista, es que dejaron de hacerme pruebas. Ya no tienen un archivo con mi nombre, ahora sólo parecían esperar a que no tuviera un ataque. Ataques que no recuerdo haber tenido. No sé qué hago. No sé qué siento. No sé qué digo.

Esperaba que hoy fuera el último día. La doctora había salido diciendo que creía regresar con buenas noticias, por lo que mi ánimo incrementó considerablemente. No estaba seguro de qué hora era, gracias a la comida que me mandaron deducía que estaba en la cena.

Mi puerta se abrió, tal como funcionaba en el Capitolio que las puertas se abren en automático, como corredizas. Del otro lado se encontraba Wiress con las manos cubriendo su rostro, parecía que estuviera llorando. Por un buen rato. Dudoso de mí mismo me levanté y caminé hasta donde ella. Explotó en un sollozo y me abrazó con fuerza.

-¿Qué sucede? ¿Qué pasó?- ella se alejó lentamente, negando con la cabeza y tallando sus ojos. Su silencio no hacía nada más que preocuparme. Como si estuviera leyendo mis pensamientos destapó su rostro dejando ver una sonrisa de oreja a oreja.

Sentí mis cejas arquearse, confundido por su cambio de expresión, ingenuamente pensé que quizá era una creación de mi cerebro -Está aquí, la han traído-.

Bastó de un par de segundos para que mi mente reaccionara, si lo que me intentaba decir era real entonces mi esperanzas tendrían una verdadera razón para existir. Extendí mis manos hacia el frente, me quedé mirándolas un buen rato hasta cerciorarme de que fuera 10 dedos en total. No estaba soñando.

Una emoción desconocida recorrió todo mi cuerpo. Sentí mis tobillos temblar, mis manos sudar y no hacía falta de un estetoscopio para escuchar los latidos de mi corazón. El ambiente cambió, por primera vez lo percibí más relajado. El aura oscura que lo había caracterizado desde el día en que llegué se disipó con sólo cinco palabras.

La Princesa De Plata •Finnick Odair•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora