Distante

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Se hizo lunes y era momento de que Sasuke volviera al instituto. Estaba al tanto de sus pendientes y no debía perder más tiempo.

Había intentado hablar con su novia el fin de semana pero se le hizo imposible, ella no había estado en casa todo el fin de semana, pero aprovecharía hoy para verla y hablar, no le gustaba que su novia estuviera enojada.

Llego al instituto temprano, sabía que seguro su pequeña diosa estaba en la biblioteca como era habitual y ahí se dirigió.

Observo como estaba ahí, buscando libros en la estantería y se acercó a ella lentamente.

-Hime- Dijo Sasuke con un tono neutro, llamando la atención de la chica.

-¿Qué?- Pregunto ella sin mirarlo.

-Odio verte molesta- Soltó sin más, no le guardaban los rodeos.

-Bueno, después de lo que me dijiste supuse que era lo que querías- Contestó mientras miraba un libro por encima.

-Lo siento, estaba molesto y me desquite contigo- Él nunca se disculpaba pero con ella era distinto.

-Lo entiendo, pero tú debes comprender que no tienes derecho a hacerlo- Dijo mirándolo fijamente.

Sabia que a pesar de que ella lo perdonó aún seguía indiferente y no podía permitir eso. Era verdad que en sus planes estaba acabar la relación pero aún así no quería que fuera por algo así.

Se acerco a ella y la abrazó desde la espalda y hundió su boca en su cuello.

-Te extrañé mucho- Dijo Sasuke en su cuello con una voz ronca. Realmente no tenía ganas de hacerlo pero pondría feliz a su princesa.

Ella solo se tensó mientras su habitual sonrojo se hacía presente, una vez más, deseaba follar con él, pero no debían, menos en la biblioteca.

Sasuke tomó sus enormes senos y comenzó a masajearlos con encima de la ropa, al mismo tiempo besando su cuello, haciendo cada vez más grande su erección.

Llevo su mano debajo de la falda de su novia y comenzó a acariciar una de sus redondas nalgas, sin dejar de atender su cuello y senos.

El ambiente se sentía cada vez más caliente y la ropa comenzaba a estorbar pero no podía deshacerte de ella.

Levanto por completo la falta de la pequeña chica y bajo sus bragas, que a simple vista se miraban empapadas. Saco su pene y rápidamente se colocó un condón que llevaba en la bolsa de su pantalón y se lo puso.

-Voy a entrar nena- Dijo el azabache mientras penetraba despacio en la húmeda vagina de su princesa, haciéndola soltar un gemido.

Comenzó a embestirla de una manera rápido y dura. Los gemidos de su mini diosa eran como música para sus oídos.

Desabotono los primeros botones de la camisa de la chica y metió su mano dentro del sostén para pellizcar con urgencia uno de sus pezones.

-Es tan grande- decía su novia cortadamente mientras gemía y cerraba fuertemente sus ojos de placer.

Lo hacía sentir orgulloso el tamaño de su hombría, sin embargo, sabía que eso no era todo. Saber moverse era su especialidad y sumado a su gran amigo era todo un símbolo sexual.

Ya casi se correría, por lo que abandonó el pezon de la chica y empezó a mover sus dedos rápidamente sobre el clitoris de la muchacha, haciéndola llegar al orgasmo junto con él.

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El ojinegro estaba en mitad de su primera clase. En su mente maquinaba la tontería que había hecho al llegar.

Mi novia es una ninfómana Donde viven las historias. Descúbrelo ahora