Cuarta Cicatriz

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Los fuegos artificiales eran la novedad en la ciudad.

Midoriya iba corriendo, apurado, creyendo que llegaría tarde a su encuentro con su mejor amiga de casi toda su niñez.

Agradecía al de arriba por tener a Inko como madre, ya que si no fuera por ella, él hubiera tardado más en arreglarse o, simplemente, en elegir alguna ropa decente. Tenía apenas diez años y su primera salida con Itsuka se estaba por realizar, no podía estar más feliz. Ambos habían acordado reunirse para ver los fuegos artificiales, solo necesitaban la autorización de sus progenitores. Aunque costó mucho conseguir el permiso del padre de ella, Kiya decidió apoyarlo diciendo que Izuku era muy responsable y que protegería a Itsuka en todo momento. Así que, sin poder negarse debido a la mirada feroz de su esposa, Kyo aceptó de mala gana, poniendo la única condición de que nada malo le pasase a su hija.

La madre de Itsuka no era tonta, sabía lo que Izuku sentía por su hija y, viendo la personalidad de este, le encataba pensar que en algún futuro ese dúo esté junto. ¿Que mejor forma de unirlos que con una salida? No era una cita en sí, pero, por lo menos, era algo.

—¡Itsuka, llegué!

—Oh, Izuku, llegas a tiempo. —Sonrió al ver el rostro sudado de su amigo—. Sin embargo, siempre debes llegar antes que la chica, sino, nunca conseguirás una novia. —Tal diálogo le dejó sonrojado.

—It-Itsuka, no-o digas co-cosas q-que se pu-puedan malinterpretar.

—Jajaja. —Río un poco—. No te preocupes, tienes la buena suerte de tenerme como amiga, así te puedo aconsejar cuando sea y donde sea.

Al parecer, la pelinaranja no entendió lo que el pecoso se refería. Desde hace meses, Itsuka desenvolvía el papel de hermana mayor para la mayoría, incluso, Izuku, al ser el más cercano a ella, podía afirmar que su relación parecía más fraternal que de amigos. Esto, en parte, molestaba Izuku, ya que sentían como si lo tratara como alguien débil y necesitado, cosa que era cierta, pero que luchaba por ya no serlo.

—¿A dónde vamos primero? —Preguntó Izuku, ocultando su incomodidad.

—Al infinito y más allá. —Respondió Itsuka, luego tomó la mano del chico y empezaron a correr sin dirección.

Todo pasaba en cámara lenta para Midoriya, mientras observaba como todas las personas alrededor de convertían en flores. Miró al frente, encontrándose con la bella sonrisa de Itsuka. No había más dudas, aunque no quisiera admitirlo: seguía enamorado de ella y, por cada paso que daban, podía sentir el aumento de su ritmo cardíaco.

—¡Nunca antes me divertí tanto como hoy! —Kendo levantó los brazos.

El tiempo pasó rápido, contradiciendo lo que Izuku experimentó. Quizás la felicidad se mide en plazos cortos y se vive en instantes largos.

—Y-yo también me divertí. —Expresó lo que sentía—. En serio, este puede ser el mejor día de mi vida.

—Estás exagerando, Izuku. —Golpeó su hombro en son de broma.

—No lo hago, solo estoy muy feliz de que estemos juntos, Itsuka. —Sonrió, un gesto sincero y que llevaba consigo muchos sentimientos, cosa que ella no pudo ignorar por mucho que quisiera.

Cuando Itsuka vio su sonrisa, no evitó sonrojarse. Por puro instinto, esquivó la mirada, mientras escondía su rostro de la iluminación del lugar. ¿Por qué lo hacía? No, más importante: ¿por qué Izuku le parecía guapo en estos precisos momentos?

Olviden lo anterior, ¿por qué se pone así frente a la sonrisa de Izuku?

El pesar pasó más rápido que lento, ya que una persona indeseable para el peliverde apareció detrás de él, empujándolo por la espalda, lo cual provocó que casi cayera de cara al suelo. Itsuka iba a reclamar tal acto desagradable, pero calló al ver de quien se trataba.

Entre manos y cicatrices (Izuku X Kendo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora