Decimocuarta Cicatriz

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—¿Cómo estás?

Había pasado tiempo desde que volvieron a estar a solas. Aquella noche en la habitación del hospital fue la causante de que el camino del par se bifurque.

Los entrenamientos, misiones, prácticas de vigilancia, incluso, los exámenes sumaron a que la distancia se agrande. Pocas veces podían verse la cara o intercambiar algún que otro saludo. El tiempo no avanzaba sin importarle lo que pasase en el sentir de ambos adolescentes, aunque, lo único bueno, respecto a su relación, fue que ambos tuvieron su propio espacio para pensar acerca de cómo sería la próxima vez que estuvieran solos. Qué decir, cómo actuar, cómo tratarse. Si seguían siendo mejores amigos o si se volvieron conocidos que guardaban tanto cómo resentimiento cómo un inmenso cariño hacia el otro.

Sin embargo, no hallaron respuesta debido a estar pensando en el principal verdugo: el pasado. No era un mísero detalle cualquiera, más bien, fue lo que edificó lo que son ahora.

Hubieran pedido más tiempo si eso resultara en que uno o el otro encontrara respuestas a sus dudas y tuviera el valor suficiente para enfrentar al otro. Lástima que existía un ente que, al parecer, se regocija al verlos en situaciones incómodas y que mejor que reunirlos a puertas cerradas dentro de la ambulancia que los llevaría al hospital más cercano en busca de verificar su bienestar.

—Bien... Creo. —Alzó sus brazos a la altura del hombro, mostrándole que podía moverlos a la perfección—. No me duele casi nada.

Cuándo ambos se dieron cuenta que les tocaba compartir ese pequeño espacio por algún tiempo, atinaron a saludarse con una sonrisa pequeña pero verdadera, solo eso. Luego se sentaron, el junto a ella, sin dirigirse la mirada o palabra. Compartiendo el silencio incómodo que parecía no tener intenciones de desaparecer a menos que uno de ellos se dignara a empezar el diálogo.

Itsuka fue la valiente esta vez.

—Me alegro. —Mostró una sonrisa tímida.

—¿Tú cómo te encuentras? —Devolvió la pregunta.

—Me duele la cabeza, demasiados golpes. —Se agarró la nuca, meciéndola hacia los lados—. Pero, en general, estoy bien.

—Me alegro, entonces. —También le devolvió la sonrisa.

Volvió el silencio que Kendo quiso romper, generando otra vez incomodidad en el ambiente. Sin embargo, ya había lanzado la piedra y no escondería la mano, sería valiente.

—Fue increíble lo que hiciste ahí. —Dijo, intentando que

—No hice mucho.

Kendo alzó una ceja, sin creer lo que escuchaba. Dudaba si ese comentario se debía a la timidez del chico o a su inmensa modestia. No creía que Izuku buscase presumir, ya que eso no iba con su personalidad.

—¿Quieres que te pegue? —La de cabellera naranja activó su quirk, amenazando al pecoso, que atinó únicamente a separarse de ella tan rápido como pudo.

—¿Qué hice ahora?

—Qué no hiciste más bien. —Desactivó su quirk—. Te enfrentaste mano a mano contra Overhaul. ¿Eso te parece poco?

—A comparación de lo que hizo Uraraka-San o Kirishima, lo mío solo fue la cereza del pastel. —Esquivó la mirada de su amiga, más que todo por vergüenza.

—Oye, créeme, estuviste increíble. Parecía que volabas y que te teletransportabas de izquierda a derecha. —Con sus manos hacía una representación, para ella, casi exacta de lo que fue esa pelea—. Le golpeaste bien duro que parecía no querer despegarse del suelo. Dios mío, ¿qué tanta fuerza puedes llegar a tener?

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⏰ Última actualización: Nov 17, 2023 ⏰

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Entre manos y cicatrices (Izuku X Kendo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora