X - "Tabaco"

335 35 7
                                    

"Invierno de humo"

—¿Tienes fuego?

—Lo sabes, siempre olvidas tus yesqueros.

El escenario destinado en el que ambos se encontraban era un parque, el tiempo era siempre el mismo; temprano en la mañana, y la estación de aquel año era lo único diferente en ellos, lo único que en verdad cambiaba en ellos que se encontraban en una banca era que el invierno finalmente les hacía compañía, y eso solo significaba una cosa: Frank se quejaría como un puto idiota.

—Normalmente los traigo...

—En tu saco, pero siempre lo olvidas al salir de casa.

—Vaya me conoces muy bien, Rojo. Demasiado diría yo —el hombre tenía razón, hasta esos momentos nadie podría llegar a conocerlo más que el pelirrojo invidente con un delgado habano entre los dientes y eso no era mucho decir, ya que Frank era un desconocido hasta para quienes concideraba amigos. Algo que Matt apostaba solo le contaba a él y quién sea que estuviera en la tumba que visitaba cada mañana antes de sentarse junto a él.

¿Cuando fue la primera vez que se encontraron? Matt solo recordaba una muy mala resaca de un reencuentro universitario, su camisa estaba llena de vómito y el fumador al lado suyo con un acento de italiano molesto (como si alguien le hubiera agregado piña a su pizza delante de sus ojos) le hizo saber de inmediato que olía peor que una morgue en su hora pico. El pelirrojo podría decir que habían pasado al menos diez meses desde eso, aunque estaba para nada seguro.

Un tiro al aire justo por encima de la cabeza, así eran las cosas con ese hombre que le invitó un cigarro y se sentó a hablar con él pese a su irritabilidad. Frank chasqueó los dedos enfrente de sus ojos, maldito.

—¡Eh, reacciona! Que horrible tener que lidiar contigo y el frío a la vez —le gruñó Castle abrazándose a sí mismo mientras expulsaba el humo por la nariz, Matt podría jurar que de parecía a un toro que no había dado en la bandera roja a tiempo.

—Jódete, Frank.

—Tú jódete, Rojo.

Realmente ninguno de los dos podría lanzar una explicación asertiva a que los llevaba a llegar a ese parque a la misma hora de la mañana cada día, pero así estaban y ninguno planeaba cambiarlo. Quizás solo era para disfrutar la compañía de alguien igual de devastado por la vida, pero con desgracias totalmente diferentes. Ahí se encontraba Frank, un viudo molesto con todo el mundo y consigo mismo, y Matt, un abogado en ascenso más solitario que un calcetín de la suerte a una hora de un evento muy importante.

Así era como estaban las cosas y muy seguramente seguirían en marcha como sus conversaciones en la mañana mientras fumaban antes de ir a cualquier otro lugar donde sus respectivos deberes les arrastraran.

—¿Dónde vas a ver el partido mañana, Rojo?

—Muy gracioso —le respondió el abogado invidente sacando dos boletos de cinta especial del interior de su saco. Frank quedó prendado de esos hermosos boletos, el cigarro en su mano estuvo muy tentado a caer sobre la nieve recién caída en madrugada —Es primera fila y necesito que alguien me diga lo que está pasando ¿Puedes ir, o es que tú chulo te pone hora restrictiva?

—Púdrete, versión ciega de Al Capone —refutó Castle arrebatándole uno de los boletos para admirarlo entre sus manos. Era tan magnífico que no podía evitar sonreír ¡¿Quien dice que hablar con desconocidos no paga?! —En verdad que estás lleno de sorpresas.

Matthew apagó su casi acabado habano y lo lanzó a un bote de basura que estaba al lado de su banca.

—Lo único que me falta es ver tu cara de panini, Frank.

Una carcajada resonó en el aire, Frank acercó al abogado abrazándolo por el cuello.

—Yo invito la cerveza.

—¡Son las seis de la mañana!

—¿Para saber la hora no eres ciego, verdad? ¡Vamos, cobarde!

Maldición, en verdad hacía mucho frío. Entrar a un bar con calefacción no sería una mala idea, para nada.

Notita: Disfruten la belleza de estos dos locos ¿Se imaginan encontrarse esta escena en un paseo matutino?

╮(. ❛ ᴗ ❛.)╭❤️❤️❤️❤️❤️✨✨✨✨

Fictober [Fratt]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora