XXIV - "Pareja Dispareja"

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"Una razón llena de incoherencias"

Estaban el uno delante de otro, frente a frente con los codos sobre su parte del escenario en una tensión silente que se parecería mucho a un reto de miradas sostenidas si las expresiones que transmitían en cada segundo que pasaban viéndose no fuesen tan vividas y confusas a su vez. Castle hizo el primer movimiento tomando el teléfono en su lado de aquel mundo pequeño que solo compartían él y su visita; quien también tomó el teléfono lleno de tensión y unas ansias asesinas detrás de sus oscuros lentes. 

—¿Nos vemos otra vez...?

—¡Eres un idiota, Castle! —exclamó el pelirrojo al que nunca antes le había visto perder la compostura de tal forma, aun cuando utilizaba su pijama con cuernecitos siempre lo veía tan familiarizado y en calma con las cosas que sucedían a su alrededor que cuando Frank lo vio así de molesto no pudo evitar sentir ese hormigueo en la comisura de su boca; deseaba molestarlo más. —¡¿Cómo se te ocurre tirar semanas de nuestro trabajo por la borda actuando así delante del juzgado?! 

—Me parece que se te ha caído tu biblia, niño del coro. —fue lo que respondió, algo instantaneo que llegó a su lengua mucho antes que a su cerebro, y vaya que se sentía feliz por ello; a Frank le gustaba mucho admirar la mandíbula de su contrario tensarse de rabia por su causa

—¿Acaso eres consciente de que te transferirán?  Apenas pises esa isla puedes despedirte, Frank. No durarás ni una noche.

—¿Y eso en que te afecta, Murdock? —No importaba cuantas veces se partiera la cabeza intentando encontrar una razón coherente para el desinterés del abogado, aparentemente no existía ¡Ni siquiera importaba una mierda que le hubiese dicho a la jueza que se la mamara! Ahí estaba Murdock sin soltar el teléfono, obviamente jodiendolo y regañandolo como si fuera su madre, pero ahí estaba y Frank no podía (¡En verdad que trataba, pero era imposible!), no podía dejar de sentir la calidez de los esfuerzos de Matthew por salvar lo que sea que quedará de hombre que alguna vez fue instalarse en su corazón.—¿Por qué metes tu nariz en un asunto que no me importa ni a mí?

Matthew solo pudo reír, no era lindo ni feliz: Era una risa que evaluaba o trataba de procesar algo que le estaba disgustando mucho de su actitud, una que se mantenía mientras apretaba el auricular del teléfono con fuerza para terminar presionándolo contra su quijada. Castle hizo un intento por adivinar sus pensamientos.

Matar es pecado, matar es pecado, matar es pecado ¿Por qué soy un idiota santurrón que se apega a una ideología que no sirve? A sí ¡Porque también soy un cabrón!

Bueno, Frank no era mejor psíquico que asesino. Había que admitirlo.

—En verdad que eres detestable. — le respondió el santo abogado de cabellos rojos y alborotados cuyo largo no pasaba de la mitad de su cuello ajustando sus lentes oscuros de una manera que hizo sentir al Castigador como si realmente él no fuese un hombre ciego y escondiéndose detrás de aquellos lentes le estuviese acribillando con su mirada disciplinaria —Tú, psicópata apático y estúpido, en verdad que no te entiendo.  

—No lo hagas, solo ríndete y vuelve por dónde...

¡CRACK!

Silencio, fue un golpe rápido. De un momento a otro en el vidrio que les separaba de toda posible agresión o intento de escape de podía ver a la perfección una telaraña ancha y frágil que llegó a botar uno que otro fragmento de vidrio; el brazo libre de Matthew dejó de estar apoyado en la mesa y en su rostro no parecía haber nada más que una sonricilla amable y llena de una falsa ignorancia por lo que había delante de él en el vidrio.

—No he arriesgado mi cuello para que actúes como un niño caprichoso, Frank. —Frank estaba impresionado, cada vez que se encontraban se sentía más y más interesado en aquel justiciero de seductoras maneras y voluntad recta y ruda. Murdock le era tan atractivo hasta cuándo intentaba intimidarlo, por completo su tipo... Pero aquel interés que tenía por él entraba constantemente en conflicto con el odio que sentía por él.

—Yo me encontraba perfectamente resolviendo mis asuntos con el cartel cuando te entrometíste —le gruñó remarcando con resaltador fosforescente el dolor de muelas tan grande que podía llegar a ser Murdock también aún cuando ni siquiera se lo proponía. La situación era tan difícil y ellos tan distintos, en la mente de Frank no cambia duda de que nunca llegarían a un acuerdo que sobrepasará lo carnal. —¿Quién te pidió que lo jodieras todo? No me eches la culpa por tus desiciones.

No hubo cambios en las facciones de Matt ¿Qué es lo que realmente pasa por tu mente, Rojo? ¿Qué deseaba conseguir realmente?

—Tengo fe en ti, Frank. Aún cuando sé que no debería he apostado mis esperanzas en ti.

—Un movimiento estúpido y arriesgado debo decir. —otra risa, una más gentil. Realista, quizá hasta genuina. Frank deseaba escucharla otra vez y comprobarlo; ahí estaba otra vez el sentimiento cálido.

—Lo sé.

—Nunca llegaremos a un acuerdo.

Silencio por parte de su abogado.

—No me rendiré, Rojo. Aún no he acabado, no será la última vez que me veas en las calles dándole un punto final a la inmundicia de las calles. —La sonrisa de Murdock por fin se desvaneció en el aire, ahora que Frank lo pensaba estaba muy seguro de que Murdock estaba sangrando. —No moriré, pero tampoco me rendiré ante ti y tu estúpido juego del súper héroe perfecto y humanista. Estás tan equivocado si crees que es así.

Frank colocó su mano en el centro de la telaraña y, para su sorpresa, Matt hizo lo mismo. Tenía razón, estaba sangrando.

—Volveré, Rojo, pondré todo de cabeza otra vez y te demostraré quien de los dos está en lo cierto.

Matthew Murdock, su enemigo jurado y amante ocasional, besó el auricular: —Ya lo veremos, señor Castle.

Activó seguido el pelirrojo se levantó y se marchó ¿Que era lo que le impulsaba a confiar en Frank? ¿Cuál era la razón de buscar que se redimiera de sus pecados? El Castigador no tenía ni idea, a lo mejor aquel hombre era más parecido a él de lo que imaginaba y también estaba loco... A la final de lo único que Frank estaba seguro era que aquel beso del abogado junto a ese sugestivo Señor Castlelo había dejado completamente duro.

Notita: no hay notitas, solo mucho sueño.

Fictober [Fratt]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora