XXV - "Hanahaki"

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"Tratos que repelen la caspa floral"


—Matthew, no te muevas. —el hombre le hizo caso, se detuvo completamente con una tasa de café humeante no muy lejos de su rostro y una bolsa vacía de la comida chatarra de su mejor amigo destinada únicamente  al cubo de la basura.

—¿Sucede algo?

—¿Te golpearon con un rosal?

—... Algo así. —Realmente no había una manera de explicarlo, desde hacía un mes se había levantado cada mañana con retoños en el cabello, de una u otra manera siempre aparecían en su cabeza al despertar aún no encontraba la forma de volver a la normalidad.

Su único avance era...

—¡Achú...! —que había desarrollado cierta alergia casa vez que margaritas crecían de los tallos de sus hebras. A veces eran lilas o pequeños tulipanes, de vez en cuando dientes de león, pero cada que aparecían las margaritas sentía una fuerte congestión nasal.

Foggy se rió de él mientras sacaba aquellas pequeñas invasoras florales y las dejaba caer en su escritorio lleno de papeles, plumas y carpetas llenas de información que debían revisar durante los próximos días para su siguiente caso. —Te ves adorable.

Matt no se sentía así, y tampoco se sentiría con alguna emoción dulce y buena en su interior aun cuando el sol se fuera de nuevo dejando paso a su contraparte lunar y la soledad que reinaba desde hacía meses en su departamento se antojase arrolladora al completo. El pelirrojo estaba agotado de seguir intentando, acostado en su cama con su mirada inexistente fijada en el techo Murdock quiso llorar de la frustración: Estaba solo, había cosas que no podían ser dichas inclusive a una persona tan clave en su vida como lo era Foggy.

No podía decirle lo asustado y devastado que estaba todo el tiempo, no podía contarle sobre la desesperación que crecía en su pecho y que solo se acrecentaba como la presencia de aquellas flores en su cabeza. Matthew estaba tan hastiado, siendo utilizado por Elektra inclusive después de su muerte en la caída de aquel edificio, la muerte de su esposa a poco meses de haber concretado su matrimonio, siendo atravesado por un conocido Castigador que lo enamoró y lo dejó tirado en un basurero con su casco roto por el paso de una potente bala... ¿Cómo poder dejarlo en claro? La calidad del aire parecía de caer cada que lo pensaba mucho. Había fracasado, Kingpin seguía su reinado del terror, los malhechores que metía a la cárcel salían al pagar sus fianzas o solo escapaban.

¿Por qué seguía insistiendo?

—911 ¿Cuál es su emergencia?

—Un robo en Hell's Kitchen, calle 14 al lado de la panadería de Joe.

—Entendido ¿Quién habla? —Matt colgó la llamada e inmediatamente comenzó otra.

—911 ¿Cuál es su emergencia? —a eso se iban reduciendo sus noches mientras las flores seguían naciendo de las hebras de su cabello, el pelirrojo respiró hondo. Podía sentir como se formaba una corona de violetas entorno a su cabeza; se sentía tan decaído, quizás Foggy tenía toda la razón es decirle que colgará la toalla y se concentra en tan solo ser lo que debía: Un abogado.

—911 ¿Cuál es su emergencia? —una mujer de voz muy aguda, un hombre con un acento extranjero, un viejo que seguro era originario del sur... Tantas personas atendiendo las llamadas de auxilio que no se detenían en toda la noche, Matthew no se detenía y los criminales mucho menos.

—911 ¿Cuál es su emergencia?

—Hay un hombre entrando a mi casa por la ventana.

—¿Dónde vive, señor?

Matthew se calló en el momento en que una mano enguantada le arrebató el teléfono para arrojarlo al piso y destrozarlo con un tiro.

—Te lo voy a cobrar, Frank.

—Silencio, Rojo.

El intruso se dejó caer al lado de Matthew, habían pasado tantas cosas y llevaban tanto sin verse, pero aún seguía volviendo y hablando con la misma proximidad que cualquiera que haya visto apenas el día anterior tendría. Murdock no hizo ningún movimiento aún cuando pudo sentir en corto la bala dentro del muslo del ex marine.

—Deberías atender eso

—¿Te molesta que me desangre en tu cama? —Estaban hombro con hombro mirando a un techo oscuro en una tensión que siempre se aparecía cuando se hallaban cerca el uno del otro mientras Frank sentía un muy familiar dolor en todo su cuerpo y Matt apenaba de que aquellas flores se girarán con una lenta delicadeza hacia el psicópata que le acompañaba.

—Mucho.

En la calle se podía escuchar con claridad las sirenas de la policía gritar en busca del Castigador que había armado otra masacre no muy lejos de donde se encontraba el departamento de Murdock.

—No puedo irme aún, ¿me dejarás pasar la noche aquí? —Castle fijó su atención en la corona de flores que adornaba los rojizos cabellos del abogado defensor y tomó una de esas flores tan hermosas cuyo color atravesaba la oscuridad y le deslumbraban sin que Matthew le regañara.

—Deberías ir con Nightnurse.

—Quiero quedarme aquí.

El pelirrojo le dio la espalda. En el momento en que más quería estar solo y reflexionar sobre que rumbo era el que necesitaba tomar en su vida tenía que aparecerse Frank para inportunarlo. Era increíble, en el mal sentido.

—Haz lo que quieras, Frank. —el corazón del pelirrojo latió con una fuerza que le estremeció dolorosamente.  — Ya sabes dónde está el botiquín.

Ante esa frialdad el Castigador no se limitó a solo asentir e ir a atender sus heridas. No, en esta esta ocasión se acercó más al pelirrojo que claramente rechazaba todo lo que le perteneciera a él (su amor, por ejemplo) y le abrazó dejando un casto beso en aquella cabeza invadida por flores.

—Te he extrañado, Rojo. En verdad que me haces falta.

—No empieces, Frank. —aun con lo que acababa de decir pudo sentir que varios capullos se soltaron de su cuero cabelludo como si las palabras de aquel psicópata del que lastimosamente se encontraba enamorado fueran las más afiladas tijeras en la faz de la tierra.

—Te amo, Rojo.

Murdock se quedó en silencio y, en realidad, Frank no necesitaba que le respondiera. Porque aunque Matt negara todo por el bien de su reputación y trabajo, Castle podía sentir los sentimientos de Matt vibrando en aquella enfermedad cuya única causa era el amor.

—En verdad que eres insufrible.

—Pero me amas.

—¡Claro que no!

Tres flores nuevas se unieron a su corona tras aquellas declaración. Pinocho, fue lo único que pensó Frank.

Notitas: Como ya he escrito de esto me es un poco repetitivo lo del vómito floral, me siento un poco incómoda repitiéndome. Pero bueno, este ligero cambio me ha ayudado.

Fictober [Fratt]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora