Hay un pequeño pajarito que viene a verme todos los días, todos los días que estoy sentada y apagadita en el mismo sitio, detrás de la misma ventana, esperando a que todo pase. En ese instante, en el que inconscientemente mi cabeza mira hacia la ventana, llega él.
Todos los días llega, me mira, y gira su cabecita para despedirse. Se marcha habiendo cumplido su función. Creo que quiere hacerme recordar que hay vida y algo de libertad fuera de este lugar, más allá de la ventana por la que nos miramos.
Recuerdo como si fuera ayer la primera vez que nos vimos. Era una tarde fría y húmeda, llena de gris y desbordante de tristeza. Casualmente nos miramos, él estaba subido a una pequeña tubería sin sentido alguno que alguien había decidido poner allí. Me sorprendí de tal grata sorpresa, y consiguió hacerme sonreír un poquito. Pero sin duda, cuando día tras día viene, todos los días que estoy sentada y apagadita, siento como si quisiese decirme algo, algo que jamás podrá.
Quizás es alguien, o le ha sido otorgada alguna misión hacia una adolescente como yo, en medio de exámenes finales. Aún así, nunca se para a mirarme en el mismo lugar, adopta diferentes posiciones, o tal vez simplemente estoy loca y de tanto memorizar mis ideas están empezando a ser surrealistas.
Yo sólo sé, que deseo que él vuelva todos los días, todos los días que estoy sentada y apagadita.
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Llevo toda la mañana escuchándote. Tu trino sonaba cada vez más cerca, hasta que he decidido acercarme a la ventana. Por sorpresa, ahí estabas tú, cuando más lo necesitaba, dándome cuenta de que los pensamientos que habían venido a mi mente momentos atrás, de que no volverías, eran falsos.
Es cierto, adoptabas diferentes posiciones cerca de mi ventana, pero nunca habías estado en ella, mirándome cara a cara, con un mechoncito de plumas despeinado a tu lado izquierdo de la cabeza.
Nunca he creído en mitos y leyendas, simplemente he dejado que vuele mi imaginación para hacer de las suyas. Por esa razón jamás hubiese pensado que algún día tendría una idea tan descabellada como la de ahora y creer en ella. Creer en ella. Creer en algo. Una ilusión repentina intenta abrirse paso entre tanto gris y cielo oscuro, nuboso y ambiente frío. Las despedidas nunca han sido lo mío.
Me refería a las despedidas reales, claro que en mis sueños y en mis cuadernos existían mil versiones de lo ocurrido, contado desde numerosos puntos de vista, diferentes etapas de la vida, e incluso innumerables ideas sin prisa.
Hasta que algo no se confirme no lo aceptaré como realidad absoluta, pero es verdad que en mi interior todo lo ocurrido busca explicaciones sin salida, con tal desesperación que se amarraría a cualquier esquina o destello.
No busco volver atrás, no busco empatía, simplemente quiero decir que...
Ahora sé quién eres.