Supongo que el deseo de no querer llamar la atención en un centro lleno de estudiantes con las hormonas disparadas, es técnicamente imposible, y mucho más cuando vas con muletas. Todos te miran con una sonrisa, como si les gustase verte con una venda alrededor del pie. Aunque también hay personas que se preocupan por ti y almenos te preguntan qué te ha pasado, si es grave la situación y cómo estás. Y obviamente, eso se agradece bastante. Pero lo que realmente hace que todos dejen de hacer por un momento lo que están haciendo y dirijan la mirada hacia mí, lo causa solamente una cosa. O mejor dicho, una persona, o varias. Y es que, por si fuese poco ya el hecho de llevar muletas, encima tengo detrás de mí siempre ni más ni menos que a los Redflod.Después de volver del hospital, directamente me fui a casa con Flavio. Él entendió que yo estaba muy cansada y además yo no podía estar en una fiesta en tales condiciones, así que volvimos juntos en su coche. Al día siguiente me informó que había pedido a sus amigos que cuidaran de mí durante mi estancia en el instituto mientras llevase las muletas. Al principio no sabía de qué amigos me hablaba, pues el único que hay de la pandilla en el centro es Edou, pero él hablaba en plural; de sus amigos. Fue entonces cuando me lo aclaró; iba a tener a mi disposición durante todas las horas que durase el instituto a los Redflod alrededor de mí.
Sinceramente, nada de esto me agrada, pero Flavio ha insistido toda la semana en que les haga caso o les pida lo que yo quiera, porque ellos me van a estar prestando atención todo el tiempo necesario. He ahí el motivo por el que el colectivo estudiantil no aparta la mirada de mí cuando paso por su lado. ¡Los Redflod andan detrás de mí a todo momento! ¡El grupo más temido e intimidatorio del instituto! ¡Incluso me atrevería a decir que también reina entre las calles del barrio!
— Venga, dámela. — repite Edou por quinta vez.
— De verdad que no hace falta, Edou. — vuelvo a restarle importancia.
— En serio, te la llevo yo. — insiste.
— No es necesario.
— Pero el médico te dijo que no llevaras peso. ¿O me equivoco?
— No llevo nada de peso, así que tranquilízate. Además, me las apaño bien sola. ¿Lo ves?
Ambos nos encontramos vagando por los pasillos del instituto, dirigiéndonos a la siguiente clase. Él no para de insistirme en que le deje llevar mi mochila para quitarme peso de encima y así moverme con las muletas con mayor facilidad. Pero yo no quiero cargarle con ese peso, además de que no quiero estar dependiendo de nadie, pues es un verdadero infierno.
Una chica, que va muy apresurada por no llegar tarde, choca conmigo al no darse cuenta de mi presencia y estado, causando mi tambaleo inestable y el cabreo de Edou. El cual coge a la chica del brazo y le mira con una mirada amenazante.
— ¿Qué no ves por dónde andas? Casi consigues que mi amiga, la cual se encuentra en muletas, tuviese un nuevo motivo para llevarlas.
— Yo... Lo siento... — la pobre le mira atemorizada.
— Eso espero, porque si vuelve a pasar tal cosa, te prometo que...
— Edou, para. Suéltala. — le interrumpo, hablándole firmemente. Él la suelta después de dudarlo por unos segundos, aunque continúa mirando a la chica con desaprobación. Giro un poco mi cabeza para mirar ahora a la estudiante, la cual reconozco al instante — Laia, no le hagas caso, él no va a hacerte nada porque yo no se lo voy a permitir. Nos vemos después en biología. — me despido de ella y continúo con mi andar patoso.
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ONA [saga LHG (Las Hermanas Gil)] ✔
Genç KurguLa vida de Ona siempre había sido calmada, aunque tener cuatro hermanas a su alrededor nunca ha sido fácil. Y menos cuando sucede la muerte de su madre. Tal suceso cambia por completo a Ona, transformándola en alguien muy diferente a ella. Llevándo...