II

130 15 2
                                    

Este capítulo va dedicado a Angeila124

••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••

Angella entró suspirando al pequeño apartamento que compartía con su padre. Dejó los zapatos en una esquina y se puso los de estar por casa.

–¡Ya estoy en casa! –anunció en voz alta para que su padre lo escuchase.

Entró en la sala de estar, pero no vio a nadie. Tampoco había nadie en la cocina y eso preocupó a la chica.

–¿Papá? –lo llamó por segunda vez.

–Estoy en mi habitación, Angella –se oyó la voz de su padre por el pasillo.

Angella soltó el aire que estaba reteniendo y la punzada en el pecho disminuyó considerablemente. Caminó hacia la habitación que le había indicado y allí se encontró con su padre, Neal Light, un hombre bastante alto, rubio platino y con ojos color plata.

Estaba rebuscando en su armario, deshaciéndose de las prendas de ropa que no veía adecuadas. Una maleta reposaba sobre la cama del mayor. Neal al ver que su hija no apartaba la mirada de la maleta, suspiró.

–Acaba de llamarme el abuelo –comunicó–. La abuela ha empeorado, tendré que irme unos días. Ya he llamado a tu madre, llegará esta noche.

Angella asintió con un movimiento de cabeza. Hacía un par de años, a su abuela le detectaron un tumor en la cabeza. Eso y su enfermedad, hizo que sus padres se separasen.

Su madre quería ir a Japón para que a su hija la viera un buen médico especialista. Y su padre quería quedarse en Estados Unidos, para cuidar de su madre.

Al final optaron por la opción de irse a Japón, ya que su abuela era bastante mayor y había vivido una buena vida; en cambio ella todavía estaba en plena juventud y su madre quería que su vida se alargáse aunque sea un poco más.

–Llamaré a Nyoko –comunicó sacando su teléfono de uno de los bolsillos de su mochila.

–Lo siento mucho, cariño –dijo besando la frente de su hija para después seguir empacando la maleta.

–Lo siento mucho, cariño –dijo besando la frente de su hija para después seguir empacando la maleta

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

–Vaya rollo –se quejó Rin al escuchar lo que pasó la tarde anterior.

–No te quejes tú, idiota. La que debería quejarse es Angella –le regañó Nyoko dándole un golpe en la cabeza.

–¡Ay!, eso ha dolido, enana –volvió a quejarse, sobándose el lugar del golpe.

Los tres se dirigían al comedor. El día anterior, Nyoko se había tenido que quedar en casa de la rubia un par de horas hasta que llegase su madre de trabajar.

Angella le estaba muy agradecida, tenía suerte de tener amigos como ella. Esos de los que estaban ahí siempre que los necesitabas. Más que una amiga, consideraba a Nyoko cómo una hermana. Y aunque ella era la menor, Nyoko era la más madura de los tres amigos, no por nada tuvo que cuidar a su hermano pequeño cuando su padre falleció en un accidente de coche.

𝙎𝙄𝙀𝙈𝙋𝙍𝙀 𝙏𝙀 𝙇𝙇𝙀𝙑𝘼𝙍𝙀 𝙀𝙉 𝙀𝙇 𝘾𝙊𝙍𝘼𝙕𝙊𝙉 - 𝙎𝙝𝙤𝙩𝙤 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora