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A partir de ese día se encontraban siempre en el tercer vagón del tren. Cada vez se juntaban más use hacían más amigos. Incluso Angella empezó a quedar con el bicolor y sus amigos, Yaoyorozu e Izuku.

Conforme iba pasando el tiempo, sentimientos extraños se apoderaban de ellos en cuanto estaban el uno con el otro, pero lo ignoraban.

Llovía

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Llovía.

Shōto iba a salir del instituto cuando se encontró a Angella, sola, contemplando las gotas de agua caer desde el cielo, cómo si fueran lágrimas.

Cogió su paraguas que estaba en el paragüero y se dirigió hacia la chica.

«Es una locura», pensó.

–Hola –saludó.

Angella se volvió hacia él, sonriente como siempre.

–Buenas tardes, Todoroki-kun, ¿cómo estás?

–Bien –respondió sin dar mucha importancia– ¿Dónde están Nakamura y Suzuki?

La muchacha soltó una risa nerviosa y se sobó la nuca.

–Veras... Nyoko y Rin se quedaban hoy de encargados de la clase y a mí se me ha olvidado el paraguas –dijo roja de la vergüenza.

«No lo hagas, es muy obvio», pensó Shōto.

–Si quieres puedo acompañarte a tu casa. Podríamos compartir paraguas –señaló el objeto.

«Maldita sea, eres idiota Shōto»

–¿En serio? –exclamó emocionada. Shōto asintió con la cabeza–. Muchísimas gracias, de verdad.

Esta vez hizo una inclinación muy exagerada.

El chico se disponía a abrir el paraguas cuando se oyó a alguien acercarse muy rápido.

Nyoko apareció en la entrada corriendo y tomó a su amiga por los hombros. Asomó la cabeza por detrás de Angella y lo fulminó con la mirada, como si quisiera decir: aléjate, bicho. De verdad que no sabía lo que le había hecho a esa chica para que lo mirara con tanto odio.

–Ya he terminado Angie-chan –proclamó sin dejar se mirar al mayor–. Vámonos.

–Pero To...

No le dió tiempo a decir nada. La más baja entrelazó su brazo con el de Angella y tiró suavemente de ella.

A los pocos segundos llegó Rin y al ver la escena se giró hacia el mayor.

–Perdón –dijo juntando las manos.

Se disponía a seguir a sus amigas, pero Shōto lo paró.

–¿Sabes qué problema tiene Nakamura conmigo?

–¿Nyoko? -negó con la cabeza–, que yo sepa ninguno.

–¿Y entonces, por qué me mira siempre como si quisiera matarme?

𝙎𝙄𝙀𝙈𝙋𝙍𝙀 𝙏𝙀 𝙇𝙇𝙀𝙑𝘼𝙍𝙀 𝙀𝙉 𝙀𝙇 𝘾𝙊𝙍𝘼𝙕𝙊𝙉 - 𝙎𝙝𝙤𝙩𝙤 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora