El caos silencioso se había desatado dentro de la habitación. Ese caos que no reconoce de gritos, lamentos, y reacciones violentas, si no ese caos que golpea con el silencio cortante y la marea de quietud sofocante.
Las palabras de Yena habían detenido abruptamente el mundo de Chaeyeon. El golpe fue tan grande, que sus lágrimas descendieron por sus mejillas sin sentirlas. No se dio cuenta que tan fuerte apretaba las sábanas blancas entre sus manos hasta que Eunbi salió de la habitación rápidamente siguiendo a Yena.
Chaeryeong alternó la vista un par de veces entre su hermana y la puerta que había azotado Eunbi producto de su carrera, llegando a la conclusión que, de todas formas, su hermana no iría a ninguna parte.
—Vuelvo un momento —dijo acariciando la cabeza de la mayor —iré a ver que está sucediendo. —Chaeyeon no le contestó, ni siquiera se movió un solo milímetro.
Chaeryeong besó rápidamente su sien y salió por la puerta.
Afuera de aquella habitación, todo estaba como de costumbre. Médicos yendo de un lugar a otro, unos más apresurados que otros. Algunos con sus batas pulcras, su cabeza sin un solo cabello fuera de su lugar, otros, con visibles señales de cansancio, ojeras marcadas, y sus uniformes un poco más desordenado. Definitivamente médicos, enfermeros y camilleros que habían pasado la noche entera sobreviviendo a la guardia nocturna de un hospital.
Mientras Chaeryeong caminó por el pasillo, observó civiles, personas que seguramente vendrían a cuidar a alguno de sus familiares. Todos con expresiones diferentes en sus rostros. Aburrimiento, desesperación, tristeza, preocupación... alivio, felicidad... Un montón de universos dentro de una misma sección del hospital, cada uno peleando su propia lucha, ajenos a la pelea que ellas ahora mismas sostenían, una lucha que realmente desconocían.
Cuando Chaeryeong llegó al piso inferior, divisó a Yena texteando en su móvil con una expresión triste, seguramente poniendo al tanto a sus amigas de la situación y a Eunbi en las sillas de espera frente a la puerta 312.
—¿Puedo sentarme? —preguntó Chaeryeong llegando junto a Eunbi. Ella inmediatamente retiró su bolso de la silla de a su lado, permitiéndole tomar asiento. Chaeryeong notó como Yena se alejaba contestando una llamada.
—¿Cómo estás? —terminó por preguntar la menor, no tenía idea que podría decir. Cualquiera de las cosas que tenía en mente para preguntar no eran una buena opción, así que optó por una pregunta estándar.
—Lo mejor que se puede estar cuando te dicen que tu mejor amiga morirá en tres días...
Chaeryeong mordió su labio y bajó su cabeza, quizá sí había sido mejor preguntar cualquiera de las otras posibilidades en su cabeza.
—Lo siento, Chaeryeong, yo no estoy...
—¡Está bien! Supongo que fue un poco estúpido de mi parte preguntar eso... —dijo Chaeryeong dirigiéndole una sonrisa, informándole a Eunbi que entendía la reacción a su pregunta.
Eunbi asintió y se quedaron las dos en silencio un minuto. El ambiente se comenzaba tornar tenso y Yena no regresaba.
—Chaeryeong...
—¿Sí?
—Lo que dice Chaeyeon... ¿es cierto? —decidió preguntar de una vez por todas Eunbi.
—¿A qué te refieres? —Chaeryeong por supuesto que sabía a qué se refería, pero prefirió tantear un poco más el terreno.
—Sobre que ella conoce a Sakura, que estuvo la noche de su accidente... ¿es eso cierto?
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Entre millones de sueños. [Sakura&Chaeyeon][COMPLETA]
Ficción General"Nuestra amistad se transformó en un amor puro, donde ella era tan necesaria para mí como el mismísimo aire. ¿En qué momento mi realidad y mi fantasía se mezclaron dándome la razón de mi existir?" -Cuando creamos un lazo con nuestros seres queridos...