1.- Galletas de canela y chocolate caliente.

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El timbre de salida resonó por cada rincón de la facultad, Chaeyeon tomó su mochila deprisa. En medio segundo estuvo casi atravesando la puerta de su aula cuando las chicas que últimamente se le pegaban cual moscas la detuvieron en el acto.

—¡Chae! ¿Te gustaría ir con nosotras a la heladería? —comentó su compañera Eunbi. Chaeyeon la miró un poco dudosa.

—¿Ahora mismo? —dijo mirando la puerta de salida. No quería sonar grosera, pero realmente quería ir a dónde se dirigía y ciertamente, llevaba un poco de prisa.

—¡Sí, te encantarán los smoothies! —le incentivó Yena. Chaeyeon miró a todos lados buscando una buena excusa que la sacara de ese embrollo. Ella no podría considerar la salida en cualquier otro día, pero no ESE día.

—No sean groseras. —las detuvo Minju —tal vez ella tiene cosas que hacer.

—En realidad sí, chicas. De verdad otro día sería genial, pero hoy tengo un asunto pendiente, debo irme. —las chicas le sonrieron, diciéndole que no habría problema. Chaeyeon se despidió de cada una de ellas con su mano mientras apresuraba su paso a la salida del edificio de la facultad.

"Debo apresurarme". Pensó la rubia mientras le hacía parada a un taxi que convenientemente pasaba frente al edificio de la universidad.

Chaeyeon y Chaeryeong siempre habían sido chicas sumamente sociables, por lo que no era de esperar que en su primera semana de clases en la nueva facultad, ya hubiesen personas rodeándolas. Las personas a su alrededor solían comentarles que "despedían una vibra muy radiante" por lo que eran cómo una especie de imán para otras personas. ¡Y es que no era para menos! Ambas eran hermosas, con un cuerpo de infarto e increíblemente talentosas. Sus habilidades para el baile, de ambas, eran impresionantes. La música sonaba y se perdían entre las melodías y su cuerpo hacía magia con los compases, por ello, eran un par muy popular en su instituto anterior, y la cosa pintaba, para que ahora en ésta nueva ciudad, fuese de la misma manera, así que no era una sorpresa que apenas y su primer semana como alumnas y Chaeyeon ya recibía propuestas a salir de un montón de chicos y chicas del instituto, justo como el grupito que la había invitado a la heladería minutos atrás, y ella hubiese considerado un poco la oferta de no ser que, durante toda la semana, no podía quitarse de la cabeza esa "pequeña deuda" con la chica que casi había salvado su vida el sábado anterior.

Durante toda la semana no se quitó de la cabeza la duda de cómo podría compensar semejante favor, y ese viernes, por fin podría ir a visitarla, de todas formas, ya contaba con el conocimiento de su dirección domiciliaria, sólo esperaba que se encontrara en casa, y es por eso que iba tan apresurada, antes debía pasar a recoger el presente que le daría para compensar el favor y la molestia que quizá causó al pedirle su teléfono y dejarla entrar a su casa.

La rubia bajó del taxi después de pagar al conductor, quién la vio de una manera extraña, sin embargo, no hizo ningún comentario y se limitó a recibir el pago y dar el cambio para luego desaparecer por la siguiente intersección. Chaeyeon no le tomó importancia al hombre y se acercó al domicilio de su nueva amiga.

La noche que la conoció no se había tomado la molestia de ver el panorama a detalle. La casona era preciosa por fuera en realidad, sin embargo, era bastante imponente, no le extrañaba que esa noche oscura y lluviosa se hubiese intimidado bastante en siquiera acercarse, pero ahora que la veía, el precioso portón negro rodeaba la propiedad y la impresionante cantidad de flores que la recibían, contorneando el camino hasta llegar al gran porche donde la había visto sentada esa noche, con su libro y su café.

Examinó un poco alrededor buscando un timbre o un dispositivo que pudiera anunciar su llegada, pero no había nada de ello.

"¿Será buena idea gritar?"

Entre millones de sueños. [Sakura&Chaeyeon][COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora