6. Pesadillas lúcidas.

301 40 29
                                    

Chaeyeon se dejó caer de espaldas a su cama, las lágrimas sin poder retenerlas y los hipidos no cesaban desde hacía rato.

"Lo siento, Chae. No hay registros de absolutamente nada en internet".

Cruel era mentirle, pero Chaeryeong no tenía idea de cómo decirle que la persona que ella estuvo visitando, aparentemente falleció hace tres años. Era más cruel hacerle saber que la persona de la que se enamoró, realmente existió, pero ya no más... Chaeryeong prefería que se quedase con la idea de que todo fue parte de su imaginación.

Esa tarde, Chaeyeon lloró. Lloró más por impotencia, porque no podía hacer nada. No era como si pudiese volver a verla en cualquier momento y pedirle disculpas por lo de la última vez, porque era disculparse a la nada, a algo que, al parecer, no existía.

Lo que la bailarina no lograba comprender, era ¿porque si Sakura nunca fue real, ella dolía como si lo fuese? ¿Por qué dolía hasta las entrañas lo que nunca existió?

¿Por qué podía recordar su cara dibujada como la obra más bella de un artista?

"Desearía vivir esa mentira un poco más...". Pensó Chaeyeon mirando por centésima vez la pantalla de su celular desbloqueado. La fotografía de su fondo de pantalla, esa fotografía tan especial donde se había captado besando la mejilla de la japonesa... No había rastro de ella, solamente de una Chaeyeon con sus ojos cerrados, abultando sus labios en el aire en dirección a la nada.

Y lo peor, era que la extrañaba. La extrañaba tan locamente como quien extraña una parte de sí mismo, que le fue arrebatado sin previo aviso. 

Sus amigas la habían llamado, pero no respondió el teléfono, justo como hace una semana y media. Por lo que, para el grupito de chicas, fue una total sorpresa verla entrar tarde al salón de clases, al tercer periodo, pero lo que más les sorprendió, fue ver a una Chaeyeon más delgada, pálida. Tal fue la sorpresa del estado de la chica, que incluso el docente a cargo, dejó su reproche por su entrada tardía.

La más preocupada era Kwon Eunbi.

Eunbi sabía que ese cuento barato de que Chaeyeon estaba enferma era una mentira bien elaborada, con todo y el reporte médico. Esa mirada sin brillo, y esas expresiones rotas lo confirmaban. Algo pasaba con su amiga, y ella no se iba a quedar de brazos cruzados hasta averiguar de qué se trataba.

El profesor de gestión cultural dio por terminada la cátedra del día. Chaeyeon tomó su mochila y salió disparada del aula, el receso estaba comenzando, pero ciertamente ella no se sentía con ánimos de verle la cara a nadie. Durante toda la clase sintió un nudo en el estómago, sin mencionar que durante todos esos días que estuvo ausente, a penas y comía, por lo que ahora siquiera algo de comida podría caerle demasiado pesado para su estómago. Las náuseas eran frecuentes, pero a falta de alimento durante esa mañana, se sentía peor aún.

Chaeyeon se dirigió a los campos de futbol americano que, a esa hora del día, se encontraban totalmente vacíos. Nadie la molestaría en ese lugar.

Al entrar esa mañana a la facultad, se obligó a desconectarse de sus emociones para mantenerse cuerda durante el día, desgraciadamente, las palabras de Chaeryeong hace unos días, volvieron a aparecer en su cabeza.

Parpadeó rápidamente, ahuyentando las lágrimas. Ellas se volvieron sus mejores amigas durante esos días. El nudo en la garganta se había vuelto algo normal en su cuerpo.

La rubia sentía que estaba padeciendo un luto de alguien que no existía. Era la mejor expresión que ella podía usar para referirse a sus sentimientos.

Pasó el puño por sus ojos, eliminando las gotas de agua rebeldes que se había colado fuera cuando se percató que Eunbi subía los peldaños hasta llegar a donde se encontraba.

Entre millones de sueños. [Sakura&Chaeyeon][COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora