Sounds | Jenlisa

XVII

Jennie's POV

Perdida, desorientada, sintiendo volver a nacer o por esta ves, morir.

Agazapada en un rincón del espacio o mi mente. Luz que torturaba mis pupilas, el cuerpo pesado y atado, sin ganas de emitir un intento de movimiento. La memoria en blanco haciendo compañía al fiel silencio que desde años era buen amigo.
El resto era como un abecedario, cada uno podrá disponer de las letras como lo crea mejor.

Una mirada pérdida en una arquitectura blanca y el movimiento interno del corazón revoleteando como ave que aprende a volar. Sintiendo estar sometida bajo la peor de las drogas, donde solo éramos lo que creíamos real y lo que la mente dejara ejercer.

Una silueta borrosa se posa a centímetros de mi rostro y una esfera luminosa yace sobre mis ojos. La luz me traiciona la vista y sobre mis mejillas siento correr algo húmedo.

Temo a lo que sea vida, temo a recuperar la consciencia y preguntarme qué ha pasado.
Un globo de cristal lleno de silencio, soledad y disimulo donde yo sería la protagonista de una niña perdida y desorientada en la vida, donde su cuerpo experimentaba sensaciones que podrían ser mentira.

El tacto quema mi piel en ambos brazos al sentir posicionarse un par de manos que arrastran, levantan y sientan mi cuerpo en una acolchada seda. Siento la necesidad de querer ver con claridad y froto mis ojos con manos torpes.
Por más que quiera despertar a mi cuerpo de golpe, ni una descarga eléctrica lo conseguiría, se sentía como tener el peso de miles de toneladas sobre mí.
Aún con vista borrosa y adormilada visualizo a un par de metros unas cuentas siluetas reunidas en lo que parecía ser una habitación. Mi mente poco a poco comienza a reaccionar, aunque aún no estoy segura de lo que hago en este lugar y de lo que haya pasado para traerme aquí.
Mi piel está pálida, aún más de lo que solía recordar, por intuición miro mis manos donde las uñas largas cautivaron mi atención, siento los cadejos de mi cabello caer sobre mis hombros y mis manos acompañan cada centímetro de mi castaño cabello hasta su final, para darme cuenta que incluso él había cambiado y crecido más de lo que usualmente solía portar. Toco mis piernas y brazos sintiendo estar en un sueño o cuerpo equivocado.

Un hombre con bata blanca me saluda moviendo su mano derecha, por detrás está una mujer con cabello corto a su costado un hombre bastante ejecutivo, me fuerzo a pensar y diminutos hilos de recuerdos pasan con rapidez. Eran mis padres, pero me dolía recordar. Mi madre lloraba tal y como si ya hubiera vivido el momento. Mi padre reconfortaba posicionando sus brazos sobre los delgados hombros de mi madre. Ambos se acercan con cuidado y cautela y se sientan a mi lado. Toman una de mis manos con suavidad y me miran con alegría, sus rostros demuestran la expresión de felicidad absoluta. Mi madre se acerca a mi pecho, siento como se posa allí y me abraza con cuidado y temor de romperme, como si de algo delicado se tratase.

Para este punto ya veía con claridad, habían al menos unas ocho personas en conjunto mirándome con atención.
El hombre de bata blanca hablaba con mis padres mientras ellos asentían a lo que sea que estuviera gesticulando con su boca el sujeto.
Giro mi cabeza en busca de respuestas o de algo que me haga recordar qué es lo que me vuelve tan importante justo ahora y el cómo he cambiado tan repentinamente de un día a otro. Tres chicas me miran con rostros llenos de confusión y emociones cuestionables.
Una de ellas se acerca poco hacia mí, con pasos lentos y algo genuinos, sus manos entrelazadas frente a su pecho y sus dedos se movían con nerviosismo. No era tan alta, de una tez blanca y su rostro era pulido como cerámica lisa, cabellera oscura por abajo de sus hombros. Se sentía extraño tener a tantas personas desconocidas junto a mí. Eran verdaderamente inquietantes sus formas de mirar cuando yo era el centro de atención.
Quedamos a una distancia apreciable para ambas, ella me mira como si castigara su forma de pensar y si sus palabras y pensamientos clavaran su mente.