[Latin Hetalia] Colección Argenméx

Sus besos

Los besos de Martín, reflexiona Pedro, son especiales. No piensa eso sólo por lo que Martín significa para él, sino porque realmente lo son. Martín lo besa muy seguro de lo que hace, nunca titubea; suele sujetarlo por la cintura o por la nuca, como si no quisiera dejarlo ir. Sus besos son apasionados, intensos, y siempre se las arregla para dejarlo sin aliento. A veces son besos húmedos, y en ocasiones son lentos y tranquilos, como si quisiera alargarlos hasta el último momento.

Cuando se besan, Pedro pone sus manos en la cadera de Martín. A veces, cuando se siente particularmente travieso, sus manos bajan incluso más. Martín no se queja. Y si lo hace, Pedro no le hace mucho caso, al menos no hasta que el rubio muerde su labio con más fuerza de lo normal para hacerle saber que ese día no tiene ganas. Entonces Pedro se contenta con subir sus manos por la espalda de Martín y trazar círculos invisibles en ésta hasta que su piel se eriza.

Los besos de Martín son electrizantes, son como una chispa que enciende a Pedro. Le hacen perder la cabeza: son adictivos. Pedro no describe como dulces a los labios de Martín, porque no cree que lo sean, simplemente son adictivos. Son suaves, son carnosos, perfectos para darles suaves mordidas o para pasar su lengua lentamente por ellos. Pedro piensa que podría pasar toda la vida besando a Martín sin cansarse de hacerlo. (Pero no lo dice porque no quiere parecer algún tipo de enfermo o algo parecido).

Pedro no puede saber si él besa bien, o si cuando besa a Martín, éste siente lo mismo que él. No puede saberlo. No hay forma de saberlo. Y no se atreve a preguntarlo, por temor a recibir una respuesta poco agradable y también porque no quiere poner a Martín en algún tipo de predicamento (aunque tampoco cree que eso suceda, a veces Martín es bastante directo). Pero en el tiempo que llevan saliendo juntos, Martín nunca se ha quejado cuando lo besa. Ni hace gestos de desagrado, ni lo aleja, ni le dice que no lo bese. Siempre cierra los ojos, Pedro lo ha visto, y al separarse, sonríe. Eso debe ser una buena señal, está convencido de ello.