VI

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Chris.

Observé a mis compañeros compitiendo en el campo y una punzada se instaló en mi pecho, la gélida mirada de Maikel se encontró con la mía y caminé hacia él por segunda ocasión en los últimos veinte minutos.

— Ni lo pienses. La respuesta es un rotundo no. Y ya deja de molestar, Hotch, no pienso cambiar de parecer por tu patética cara de perro regañado. —habló una vez me acerqué. Suspiré frustrado con ganas de golpearlo.

¿Era en serio?

— Voy a ir a la puta terapia y dejaré de saltarme los entrenamientos. ¿Contento? —la esperanza que palpitaba en mí se desvaneció cuando no me miró, ni siquiera me respondió. —Estoy hablando contigo.

La risa seca que le siguió me hizo saber que me escuchaba fuerte y claro y que me estaba ignorando a propósito. Maldito. —Yo también hablé contigo hace meses cuando te advertí lo que sucedería si seguías con la mierda que te traías. —me miró. —¿Creíste que era broma? ¿Qué no iba a cumplir mi palabra? —se burló sin inmutarse a lo que sucedía en el campo. Los chicos tenían todo controlado, pero yo debería estar allí con ellos. No aquí sentado en la maldita banca haciéndole creer al mundo que me había lesionado.

— Lo siento. No sucederá de nuevo. —sus ojos vieron a través de mi claramente consciente de que era el desespero hablando y no mi yo arrepentido.

— No soy idiota. Estuve muchas veces en tu lugar, Hotch, sé perfectamente reconocer una mentira cuando la escucho. Era el mejor en ello. Y me costó mi carrera. —mantuve mi boca cerrada consciente de que no iba a conseguir una mierda con el hombre frente a mí. —¿Algo más? ¿Un hombro para llorar? —enarcó una ceja en mi dirección.

Como odiaba cuando me hacía sentir como un jodido crio.

— Voy a volver a jugar, y lo sabes.

— Lo único que sé es que tienes una expulsión segura si no vas a terapia. Hablé con Hannah y le dije que la próxima semana le enviaría tu seguimiento al consejo. —mi mandíbula se apretó con fuerza. Si eso llegaba al consejo sería la terapia o mi carrera. —Touchdown, compañero. —se giró dándome la espalda.

A su lado, Blake me repasó con lastima. Hasta mis amigos se habían vuelto en mi contra y habían tomado la posición de no hablarme hasta nuevo aviso. Rick era el único respondiéndome las llamadas y solo lo hacía para mandarme a la mierda. Mike había dicho que se presentaría en mi casa si no escuchaba a su novio y ponía mi culo frente a la terapeuta que escogiera la liga.

Caminé de nuevo al palco donde Verónica estaba junto a Emma y Jake. Una chica acompañaba a la novia de Nick al tanto de todo menos del partido frente a ella. 

— Papá y los chicos ganarán hoy. —soltó Jake todo pintado de azul como el mayor fan de los Boston Devils. Despeiné su cabello y aun así siguió con su vista al frente gritando a todo pulmón. Me reí al ver a Verónica seguirle los pasos a su hijo y comenzar a gritar.

Posé mis ojos en las dos mujeres tras de nosotros, Emma mantenía una sonrisa en su rostro mientras que la otra mujer lucía consternada y con ganas de salir de aquí. Sus ojos azules mostraban temor a que tal vez alguien se le fuese a abalanzar encima en cualquier minuto.

Escanee su vestuario, algo poco seguro si quería salir corriendo la verdad, esa falda no permitiría que llegara muy lejos, aunque las sandalias podían llegar a servir.

Mis ojos fueron a la leve mancha en su brazo y me detuve en seco. Ese lunar lo había visto, pero en una parte diferente del cuerpo. Reparé sus ojos de nuevo y sonreí. Carajo. A menos a que Valentina Campbell hubiese dejado las pasarelas en Milán para dedicarse a vestir faldas nada glamurosas como ella diría, esta mujer debía tener alguna relación con ella.

OFFSIDE (Kings Of The Game 4)SIN EDITARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora