XXI

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Chris.

— ¿Y bien? —me quedé de pie desde el umbral de la puerta mirando a la mujer que me despedía con una sonrisa demasiado amplia. —Como digas que tengo que regresar definitivamente renuncio.

— ¿Tan mal te resulta platicar conmigo? —me lanzó una de esas miradas que tanto había aprendido a reconocer. Me estaba jodiendo.

— Te adoro, pero por muy mal que suene, no quiero volver a este lugar.

Se encogió de hombros. —Lo entiendo. —sonreí y saqué mi teléfono vibrante en mi bolsillo. Lana. La sonrisa se amplió en mi rostro. —Una chica con suerte. —no me tomé el tiempo de negarlo. Las últimas dos sesiones habían sido conmigo sacando el celular a mitad de ellas para responderle a la mujer a kilómetros de mí.

— ¿Algo más? ¿Tengo que firmar mi carta de culminación o una mierda de esas? —soltó una carcajada con mis palabras.

— Me comunicaré con Hannah. —asentí y suspiré aliviado. —Ya puedes irte, Christopher.

— Gracias. —solté triunfante. —Por todo. —sacudió la cabeza.

— Lárgate.

Hice una mueca y la miré. —No se te quita lo molesta, Lins.

Rodó sus ojos y apuntó hacia la puerta con el lápiz en su mano derecha. —No quiero verte de nuevo por aquí, más te vale que seas un ciudadano ejemplar a partir de aquí.

— No apuestes tu sueldo en ello. —me reí, saliendo y cerrando la puerta tras de mí.

La chica en recepción me dio una sonrisa al verme recostado en la puerta cerrada. No sabía cómo  sentirme al terminar aquí.  Realmente no lo había odiado tanto como le hice creer a todos, la mujer era una buena oyente y debía decir que daba buenos consejos a si de decir la verdad se trataba.

No había sido tan mal.

Pero sí que agradecía poder afirmar que podría invertir mi tiempo en otras cosas y no en venir aquí una vez a la semana.

Devolví la llamada al número de Lana mientras me subía a mi auto estacionado en la acera y colocaba el altavoz. Encendí el motor al tiempo que la línea quedaba descolgada y la respiración agitada de la mujer del otro lado llenaba el aire.

— Vaya, ¿Quién te tiene así, muñeca? ¿Debería estar celoso? —su respuesta fue una sonora carcajada que puso una sonrisa en la mía. —¿Estás bien?

— Bien. Estoy ayudando a Bailey con unas cajas.

— ¿Cajas?

— Remodelación en la casa. No preguntes si no quieres quedarte tres horas escuchando sobre papel tapiz. —reí y me dirigí a casa de Blake. De no ser porque le había prometido al hombre que iría una vez saliera de la sesión con Lins, habría tomado la dirección contraria para ir a casa. —¿Qué hay de ti? ¿Cómo fue la sesión?

— Genial. Oficialmente soy un hombre libre.

— ¿Ah sí? —casi podía ver la sonrisa en su rostro. —¿Libre?

— Ya hablaremos de eso tu y yo cuando pueda viajar a Boston. —hacia un mes que me había tenido que limitar a ver su rostro cada noche por medio de una pantalla y no lo diría en voz alta, pero era jodido. Demasiado. Quería sentirla contra mi cuando iba a dormir.

De no ser por su renuencia a que la ayudara a conseguir un jodido trabajo en Chicago y por el hecho de que su madre estaba cada vez peor y la necesitaba, ya habría hablado con Hannah para que hiciera un par de llamadas y así poder tenerla conmigo.

OFFSIDE (Kings Of The Game 4)SIN EDITARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora