XXVI

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Christopher.

Caminé y me detuve a mitad de la sala al escuchar sus pasos tras de mí.

Miré sobre mi hombro la pequeña bola de pelos frenando en seco a mis pies y contuve las ganas de reír cuando se sentó a mi lado, mirándome a la expectativa.

— No te abriré la puerta. —solté, agachándome y tomándolo en mis manos para luego dirigirme hasta la cocina. Lo dejé sobre la encimera y entrecerré mis ojos en su dirección. —No te orines. —lo apunté.

Jadeante, me ignoró y tras un par de segundos en donde notó que no podría tirarse desde la altitud hasta el suelo, se acostó con su cabeza entre sus patas delanteras, cerrando sus ojos en el proceso.

Había tenido que ir por el esta mañana nada más despertar y encontrar el mensaje de Maikel diciéndome que él y Nat tendrían que salir de la ciudad en unas horas, por lo que dejé a Lana dormida y tomando mi auto, me dirigí a su casa hace una hora.

Sonreí al ver la creación de mi pequeño en su alfombra y la mirada furiosa en su rostro nada más llegar, y algo me decía que no tenían que ir a ningún lado, solo que Enzo había hecho de las suyas anoche en su casa por no seguir las instrucciones que detalladamente les di.

— Tu madre va a despertar con la resaca mas grande. —me burlé, abriendo el refrigerador y mirando mis posibilidades.

Mierda.

No habíamos ido de compras ayer como habíamos dicho, por lo que o me resignaba a ir al supermercado, o me empinaba la botella de yogurt en el fondo de la nevera.

¿Qué karma estaba pagando?

El timbre de la puerta me hizo dejar la botella sobre la encimera junto a un Enzo respirando con pesadez.

El chico del otro lado me sonrió a medias. —¿Christopher Hotch? —asentí bajo su escrutinio. —Firme aquí. —me tendió una planilla con un sinfín de nombres en ella, mientras rebuscaba en su bolsa.

Plasmé mi nombre, tendiéndole su pertenencia de vuelta al momento en que me tendía un sobre azul.

— Gracias. —no se movió cuando se lo recibí. —¿Algo más?

Sacudió la cabeza y dándose la vuelta, se perdió en el sendero que daba a la salida del conjunto.

Entré y tirando el sobre en el suelo, corrí llegando a la encimera, justo en el momento en que Enzo dio la última patada a la botella, previniendo que el líquido cayera en el suelo.

— ¿No puedes quedarte quieto dos segundos? —mascullé llevando inconscientemente la botella a mi boca.

Tragué el yogur a regañadientes, para luego cerrarlo y meterlo de nuevo en su lugar.

Prefería esperar a que Lana se despertara para que se quedara con el monstruo que teníamos por mascota para yo poder ir al supermercado. De llevármelo, tendría que pagar muchas cosas en ese lugar si me descuidaba y lo dejaba hacer de las suyas.

— Maldita sea. —miré la mata de cabello rubio aparecer en el pasillo, mientras observaba todos sus movimientos hasta que llegó a estar frente a mí.

Sus ojos marrones pasaron de un Enzo alegre moviendo la cola a mí. —No hice ni dije una idiotez anoche, ¿verdad?

Reí con desgano al recordar el mal rato que me había hecho pasar nada mas llegamos a casa. —¿Quieres que te las enumere? —le solté, más que todo burlándome de ella.

Su cara de horror se hizo presente, mientras se llevaba su mano derecha a su cabeza. —¿Tan mal?

Sacudí la cabeza. —Nada de lo que preocuparse.

OFFSIDE (Kings Of The Game 4)SIN EDITARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora