XXVII

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Lana.
Un mes después.

— ¿Y bien? —pregunto a la expectativa mientras la mujer frente a mi repasa los documentos con su habitual mirada de "me importa un culo lo que hagas". Pero esta vez no podía decir que a mi no me importaba, necesitaba saber que el trabajo que llevaba haciendo estos meses era impecable.

Sus ojos se encontraron con los míos al mirar hacia arriba. Ignorándome, dejó la carpeta sobre mi escritorio, junto a su café y me observó durante un par de segundos, causando que la tensión en mi cuerpo solo aumentara.

— Y yo que pensé que no habría nadie mejor que Daniels. —soltó con una carcajada.

Por alguna razón, el aire que estaba conteniendo salió permitiéndome respirar bien.

— ¿Eso significa...? —sonreí a medias sin querer hacerme ilusiones.

Con esta mujer jamás había nada seguro.
Bueno, de hecho, si que lo había. Que eras un incompetente cuyo trabajo no estaba a la altura para ella.

— Lana. —se puso de pie, poniéndome aún más nerviosa. Si es que eso era posible.

— Amara.

— Tu tiempo de prueba ha llegado a su fin. —levantó la mano evitando que las palabras que amenazaban con salir de mi boca salieran. Su severa mirada habría detenido eso de todas formas. —Vas a tomar el lugar de Samantha como asesora senior.

No me jodas.

— ¿Me estás jodiendo? —enarcó una ceja en mi dirección. —Lo siento.

— No, Lana. No te estoy jodiendo. —se burló de mi estado, acomodando su chaqueta de punto. —Eres buena, Thompson.

Me aplaudí internamente por ser la primera de todos aquí en ganarse un cumplido, aunque fuese a medias de tronchatoro.

Ya no era tan desagradable como antes.

— ¿Sabes por qué les exijo tanto? —su intento de charla me sorprendió. Pensé que se despediría despotricando como siempre hacía.

Sacudí la cabeza sin saber que decir. A veces los gestos eran mejor que las palabras, por lo menos con ella.

— Porque quiero explotar el potencial de todos. —me aclaró. —Sé como me llaman. —permanecí en silencio. —Y no me importa. —se rio. —El punto es, que te felicito, me sorprendiste desde el primer día y eso no es fácil de hacer.

Me apuntó con su dedo índice. —Espero que sigas así y no se te suban los humos ahora. —sacudí la cabeza.—Pero habla, mujer, que no muerdo.

— Claro. —sonreí.

— Habrá una cena en un par de días para asesores senior y administrativos, te llegará la invitación a tu residencia.

— Gracias.

— A ti, linda. A ver si en un par de años me quitas el puesto. —se detuvo en seco al ver mi sonrisa. —Era una broma.

— Por supuesto. —estuve de acuerdo, completamente consternada por la forma de actuar de esta mujer.

Rodó sus ojos y sin decirme más, se dirigió a la puerta, cerrándola al salir.
Presioné mis manos contra el escritorio y suspiré.

¿Qué mierda había sido eso?

Mi teléfono sonó dos minutos después haciendo que levantara la mirada de los documentos frente a mí. El numero desconocido parpadeando me hizo dudar antes de responder, pero aun así lo hice.

— ¿Sí?

— ¡Cielo! —me tensé desde la punta de los pies a la cabeza cuando la voz de Mark llegó a mis oídos a través de la línea.

OFFSIDE (Kings Of The Game 4)SIN EDITARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora