Capítulo 1

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-¡Ven, Pulgoso! ¡Vámonos!

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-¡Ven, Pulgoso! ¡Vámonos!

Corriendo por el campo, donde el paisaje es muy verde y en el cielo azul, el sol brilla hermoso y cálido, aquí estamos mi perro y yo. Ah, mi querido perro; mi fiel y leal compañero. Hay una frase que dice: "Quien no sabe apreciar la lealtad de un perro, jamás la reconocerá en las personas." Muy cierta esta frase, sobre todo cuando has vivido lo contrario en carne propia. Mi perro siempre me acompaña a donde quiera que vaya y ahora estamos corriendo por la pradera para ir por mi yegua Safira y dirigirnos hacia Granja El Edén. Nuestra granja siempre ha sido un lugar lleno de vida con muchos animales, algunos en los corrales, otros en los establos, pero todos muy útiles ya sea para el consumo o para obtener ingresos económicos. Lástima que en estos momentos no parezca un paraíso; aun así, amo la vida en el campo. Nada se compara con sentir la suave brisa en tu cara y respirar ese aire limpio, fresco, sin ningún tipo de contaminación o el levantarte temprano y escuchar el cantar de los pájaros. Lo extrañé demasiado.

Sin aliento, pero feliz, llego hasta mi yegua y la monto. Después de trotar por un rato, nos detenemos debajo del gran árbol de manzanas. Quiero recoger algunas para "la famosa tarta"; una receta de mi abuela y que mi madre me enseñó a hacer desde que cumplí los doce años. Así que, me bajo de Safira y trepo la valla que separa nuestra propiedad, porque que soy demasiado bajita para alcanzar las manzanas más grandes, rojas y jugosas de todo el pueblo. Valle Esperanza no es un pueblo grande ni pequeño tampoco, pero aquí todos se conocen; ya sabes, ¿pueblo chico, infierno grande? Lamentablemente, sí. Niego y sigo con mi tarea.

Ya tengo varias manzanas en la alforja de mi yegua y cuando estoy por arrancar la última, ya casi saboreando el delicioso manjar, escucho una voz fuerte y enojada que pregunta:

-¿Qué coño estás haciendo?

Del susto, casi caigo redondita al suelo al resbalar en la valla; por suerte, soy bastante ágil y pude agarrarme a tiempo. Dándome la vuelta para ver de dónde vino semejante voz enfadada, me quedo paralizada al ver al hombre frente a mí. Dios mío. Es guapísimo y enorme, pero encima de su caballo lo es todavía más. Tiene el cabello negro por debajo de su sombrero Stetson¹ color marrón. Las manos que sostienen las riendas son grandes, callosas, pero muy masculinas. Su camisa a cuadros es roja y blanca y viste pantalones vaqueros azules en unas poderosas piernas que terminan con unas botas escandalosamente caras. Parece un modelo de anuncio de cigarrillos; de esos que salían en las revistas que compraba mi abuela. No he visto a muchos vaqueros últimamente en este pueblo porque recién acabo de llegar, pero este en particular es diferente. ¡Es un vaquero en toda regla!

Levanto mi mirada y lo que más me llama la atención de su atractivo rostro, son sus ojos. Unos ojos tan azules, que no puedo apartar la vista de ellos y justo en este momento me doy cuenta de que siguen mirándome...con enfado.

* * *

-¿Te pregunté qué coño estás haciendo?

Cuando ya empezaba a recobrar un poco la compostura empecé a responderle, pero él continuó:

-¿No sabes que robar es malo y que esto es propiedad privada?

-Yo...

-Si don Augusto ve que hay gentuza en su propiedad no dudará en sacar su escopeta y déjame decirte que él tiene excelente puntería.

¡Qué! ¿Me dijo gentuza? ¿Escuché bien? Creo que no porque su acento no es de por aquí. Indignada, voy a preguntarle, pero él sigue:

-Además, ese árbol de manzanas está en mi propiedad y ¡nadie toca lo que es mío!

La forma en que pronunció esas últimas palabras, hizo que se me erizara todo el vello del cuerpo porque las dijo con una potente voz llena pasión y posesión. Aturdida, le digo:

-Déjeme explicarle. Esta propiedad al otro lado de la valla es de...

-Mire señorita, no tengo tiempo para escuchar tonterías; así que, váyase a...

-¡Un momento, señor! -exijo demasiado molesta, porque en verdad ya estoy harta de escuchar a este tipo tan arrogante y mi perro, que estaba quieto a mi lado mirando la situación, ¡ya empieza a enfadarse también!

-Será mejor que...yo voy a...

¡Maldición! Porque será que no te viene nada a la mente cuando verdaderamente lo necesitas y más cuando unos ojos azules te miran...¡con tanta intensidad! ¡Argh! Respirando profundo, le espeto:

-Mire, ¿sabe qué? No tengo porqué darle explicaciones. ¡Váyase a la mierda! -miro primero a mi perro y le digo: -Vámonos. -después lo miro a él y agrego: -¡Pulgoso!

Me giro para marcharme, no sin antes fijarme en su cara asombrada cuando mi perro le lanzó pequeñas piedras al sacudir sus patas traseras.

Me giro para marcharme, no sin antes fijarme en su cara asombrada cuando mi perro le lanzó pequeñas piedras al sacudir sus patas traseras

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¹Stetson-marca de sombrero hecho en la fábrica de sombreros John B. Stetson en St. Joseph, Missouri


NOTA:

PROHIBIDO su plagio, adaptación, traducción, continuación, copia total o parcial, reproducción en pdf. NO DOY PERMISO PARA NADA DE LO ANTERIOR MENCIONADO. Respeto al trabajo y esuferzo de los demas.+

Mi vaquero de al lado es una obra con DERECHOS DE AUTOR y Registrada en Safe Creative

~LyluRys

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Mi vaquero de al lado (Corrigiendo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora