Desde que se conocieron, la diferencia de estatura era notoria. Ambos eran unos escuálidos chicos de secundaria, uno con rostro más aniñado que el otro. Se llevaban por 20 cm aproximadamente, Kageyama era el más alto.
Al ingresar en la preparatoria, el tema de sus alturas seguía siendo gran un asunto, sobre todo dentro de la cancha. Para Hinata, era una tortura ser tan bajo, al momento de bloquear, al momento de pasar los bloqueadores contrarios. Sin embargo, no todo era tan malo, su cuerpo al poseer aquella estructura, le permitía correr a máxima velocidad. Su cuerpo era liviano, realmente volaba al momento de impulsarse en su pie, saltando muy alto, pasando la red, teniendo la añorada vista al otro lado.
Habían ocasiones, donde Hinata sin pensarlo, se lanzaba a bloquear al lado de Kageyama. Su cuerpo encajaba en el costado del más alto, y este lograba amortiguar su peso, terminando ambos en el suelo. En esos momentos, el pelinegro empezaba a considerar que, tal vez, no era tan malo tener apegado el cuerpo pequeño de su compañero.
Ambos estaban en etapa de crecimiento. A pesar de ello, aún continuaba la brecha de estaturas, y ante sus ojos azules, eso volvía totalmente tierno al contrario. El hecho de mirarlo hacia abajo, desde aquella vista, podía apreciar su rostro con una mirada dulce. De repente, se encontró apreciando sus ojos redondos, como un cachorro pidiéndole cariño; sus mejillas redondas y regordetas, las cuáles se moría por acariciarlas, incluso apretarlas levemente, queriendo sentir su suavidad y blandes; su nariz, que terminaba en punta, perfecto para depositarle un pequeño beso; y por último sus labios, rosados, suaves, brillantes luego de beber agua, húmedos; quería saborearlos con su boca, y perder la cordura, fundiéndose con él.
Cuando Hinata le habló, llamando su atención, con la cara roja de vergüenza, después de haber sido observado tan detenidamente, y de manera fija, Kageyama recién cayó en cuenta, de lo que estaba pensando y deseando.
El pelinaranjo escondió su rostro, tratando de pasar desapercibido, arrancando del lugar con alguna excusa tonta. No podía reclamarle al menor, cuando muchas veces, el mismo se encontraba en aquella situación. Siempre que podía, le miraba hacia arriba, a su rostro. Era perderse en la línea de su mandíbula, sobre todo al tensarse por apretar los dientes; apreciaba el perfilado de su refinada nariz, cuando bajaba la cara para hablarle; se perdía en sus orbes azules, profundos, misteriosos; y por último, en su boca, al moverse mientras emitía palabras. Su cuerpo le pedía seguir el impulso de ponerse en puntillas, y acortar la distancia entre los dos para besarlo.
A medida que se iban acercando, encontraban que fuera de la cancha no era tan mala la diferencia de altura. Cuando Kageyama se acercaba a él por atrás, se daba cuenta que el cuerpo contrario, calzaba perfecto debajo de su mentón, para rodearlo con sus brazos, y acunarlo en su cuerpo, como si quisiera protegerlo de todo mal.
Para Hinata no era muy distinto. Ya en tercer año, su cercanía era mucho más notoria. A nadie le extrañaba cuando saltaba hacia su compañero por anotar algún punto, colgándose como un koala, abrazando su cuerpo con sus piernas, y ahí por fin disminuía la diferencia de estatura, juntando sus frentes, sonriendo eufóricos. Tampoco cuando posaba su rostro triste, frustrado, derrotado, en el ancho pecho de Kageyama, buscando esconderse de todo, recibiendo un grato consuelo, perdiéndose en los latidos de su corazón, sintiendo como unos grandes brazos lo apretaban, los besos imperceptibles en su nuca, los suspiros de satisfacción liberados, y un contacto que ninguno de los dos estaba dispuesto a romperlo.
Estaban acostumbrados los del club, ver cuando Tobio se afirmaba sobre la cabeza de Shōyō, liberando un largo bostezo en los recesos, que sus brazos pasaran por arriba de los hombros cayendo sobre su pecho. El más bajo se reía ante esas cosas, y siempre lo justificaba.
Está cansado, solo tiene sueño
Aquella frase, también servía para él. Quedaba como anillo al dedo, para utilizarla después de las prácticas, cuando el pelinaranjo saltaba a la espalda ancha del más alto, abrazándole, y quedándose allí descansando. Kageyama no se inmutaba, ni se molestaba en quitarlo, simplemente lo tomaba de sus muslos, y lo cargaba hasta las escaleras del club.
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Kinktober ☆ [KageHina]
RomanceCada día tienen una temática distinta por lo que será una historia corta según la palabra que corresponda. --------------------------- Los personajes no me pertenecen. Crédito a Haruichi Furudate por Haikyuu!!