Entablando relaciones

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Kardia pudo ver, a través de la tormenta de nieve, como su hermano era herido al acercarse a un hombre deforme, que era el que provocaba ese frío insoportable, esa nieve que caía en forma de copos sobre sus humanidades y les entumecía hasta las entrañas...

No entendía porqué Milo se acercaba de ese modo tan decidido a esa bestia, que con seguridad podría asesinarlo con sus poderes...

Lo vio caer pero no por acciones de la bestia, sino por flechas provenientes del castillo y, contra todo lo impensable, ese monstruo lo tomó en brazos con una delicadeza única y se lo llevó, alejándolo del peligro...

Como hermano mayor quiso correr en su ayuda pero sus soldados no lo permitieron, no podían dejar que su ahora único líder, perdiera también la vida allí...

Con el corazón sangrando por haber perdido lo único que le quedaba de familia, secó sus lágrimas y se dejó arrastrar por sus hombres...

El camino se les hizo más difícil con toda la nieve a su alrededor, su dolor aumentaba en proporción directa con su odio, su furia por perder a Milo, a quién siempre consideró el más fuerte de los dos, por su temperamento volátil y falta de empatía hacia los demás...

Se consideraba la única persona importante en la vida del menor y era cierto, Milo no amaba a nadie más que a su hermano y a sí mismo...

La vida los había golpeado cruelmente al perder a sus padres de pequeños, culpa de un enfrentamiento entre griegos y franceses, en el cual sus vidas fueron sólo un daño colateral y a nadie le importó...

Ellos se hicieron solos, fuertes a la fuerza...

Se unieron al ejército al tener edad suficiente y sólo los alimentaba su sed de venganza contra los galos...

Ahora estaba allí, con su ejército, a punto de cumplir su más grande sueño, pero con el alma vacía por la pérdida de su único ser amado...

Dio la orden y todos sus hombres entraron al reino de cristal, cuyos guardias defendían sin tregua la entrada al castillo...

La nieve, el viento huracanado y helado mermaba sus fuerzas pero no se darían por vencidos...

Kardia los veía avanzar a paso lento, siendo muchos de ellos congelados o arrasados por la fuerte ventisca, pero él no se detendría, jamás lo haría...

Llegó finalmente a la entrada del castillo y allí los vio...

La familia real parecía un cuadro perfecto de la belleza humana... un hombre pelinegro, de ojos azules y piel nivea, una mujer increíblemente bella y un joven de su edad más o menos, que le quitó el aliento al mirarlo a los ojos y ver su intensa mirada violacea...
Era hermoso en el completo sentido de la palabra, con larga cabellera verde musgo, un rostro tallado por los dioses y un cuerpo estilizado que lo hacía perfecto a su modo de ver...

Kardia puso su mente en blanco y se acercó a la familia real, la que se puso en guardia y atacó al ejército con sus poderes...

Pero él sabía su punto débil y sólo sonrió... con un hábil y brusco movimiento, se acercó al príncipe y lo separó de sus padres...

-Ahora sentirás lo que es perder a tus padres frente a tus ojos como yo lo hice por su culpa...

Degel miró con incredulidad al muchacho y respondió:

-No sé de qué hablas... nosotros no salimos nunca del castillo, no nos es permitido por nuestros poderes... no participamos ni decidimos en las guerras... somos un reino neutral...

-No me engañas príncipe, sólo deseas salvar a tu familia...

-Es verdad, no te miento...

Kardia miró al chico con autosuficiencia, le gustaba mucho y creía que podía ser un buen botín de guerra...

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