La bella y la bestia

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El reino volvió a brillar de felicidad con el regreso a salvo del príncipe menor...

Los reyes tomaron su puesto nuevamente y Kardia dejó libre a Degel, aunque éste ya se había enamorado del griego y se casaron en una hermosa ceremonia que terminó uniendo los reinos y se firmó la paz.

Los demás reinos celebraban la unión y continuaron sus lazos de amistad entre ellos...

Milo se preparaba en su habitación para la gran celebración del compromiso con su hermoso príncipe.

Camus estaba nervioso porque el reino de Suecia había enviado a sus hijos al evento...

Albafica ya casado con el príncipe heredero de Italia, Manigoldo, con quien tenía un hermoso niño de cabellos y ojos azulados llamado Angelo y su vientre se alzaba orgulloso con su segundo embarazo...

Su hermano Cardinale también estaba presente y eso ponía mal al joven príncipe...

Milo notó su angustia y se preocupó tanto que Camus decidió romper su propio juramento y le contó lo sucedido tantos años atrás...

El griego gritó su impotencia, su rabia, porque ese hombre había destrozado la vida de una criatura inocente, dando un mensaje equivocado al pequeño príncipe, que se había sentido sólo un pedazo de carne para tomar cuando quisieran...

Camus no dejaría que nadie más se enterara, pero Milo decidió hablar con el heredero sueco...

Albafica lo escuchó atento y no pudo ocultar su ira al entender tan tarde el extraño accionar de su pequeño amigo, que de un momento a otro ya no había salido de su habitación y al despedirse no era el mismo que tan entusiasmado, compartió tantos lindos recuerdos juntos...

Su hermano había perpetrado el acto más ruin y cobarde que existía, pero no quedarían así las cosas...

Milo se sintió satisfecho sabiendo que contaba con Albafica para hacerle pagar su crimen a Cardinale.

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Camus se acababa de peinar y ya estaba listo para su compromiso...

A pesar de amar a sus padres y hermano, ya no sentía que ese fuera su hogar...

Su mente divagaba en las posibilidades de conocer más allá de los límites del castillo; sentía que había sido más libre siendo una bestia que siendo un príncipe...

La puerta se abrió y a través del reflejo que le devolvía el espejo, pudo ver a Cardinale que entraba y se le acercaba sin mediar palabra...

Camus, por instinto, retrocedió y quedó contra una de las paredes...

-Siempre fuiste muy hermoso, pero ahora eres simplemente perfecto...
Nunca serás de ese griego, yo te hice mío para que nadie te quisiera y te obligaran a casarte conmigo, pero desapareciste...

Ahora no tienes escapatoria y serás mío para siempre...

Camus temblaba recordando aquel horroroso momento y cuando el sueco ya lo tenía arrinconado y trataba de besarle, llegaron Milo, Albafica y Manigoldo...

Cardinale intentó explicar su posición pero no había atenuantes para una violación y fue llevado a la prisión del castillo hasta que los embajadores de Suecia se retiraran a su país, donde sería juzgado...

Milo abrazaba a Camus que seguía aterrado y, por primera vez en su vida compartió el dolor que sentía, lo sintió suyo y ya no hubo dudas del amor que le tenía...

Pero Camus ya no quería el compromiso, no quería estar atado nuevamente a alguien por un papel que no significaba nada para él...

Quería que su amor por Milo fuese puro y sin ataduras, que los uniera el amor que se profesaban y lo quería vivir, sentir, gozar como jamás había podido...

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