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ii. grimmauld place

 grimmauld place

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omnisciente

Tal y como Perseus lo tenía previsto, la llegada de Harry Potter al hogar de su padre, no fue para nada una mejora en su estado anímico.

Realmente evitaba encontrárselo a toda costa, y prefería quedarse encerrado en su habitación por horas hasta que su padre le ordenara que debía salir para almorzar y cenar.

Durante sus comidas, había un incómodo silencio entre los tres presentes. Y por mucho que Sirius intentara romper el hielo, era una situación bastante difícil.

Ninguno de los dos jóvenes ponía de su parte para entablar una conversación genuina e incluso superficial, y Sirius sentía que el silencio lo asfixiaba a más no poder.

Pero por el bien de su hijo, prefería no interferir del todo, pues lo último que deseaba era que Perseus lo detestara un poco más.

Una mañana que aparentaba ser como cualquier otra, un suave golpeteo provino de la puerta de la habitación de Perseus.

Apenas eran las nueve de la mañana, y aunque el chico llevaba más de tres horas despierto, no tenía ninguna intención de salir de la comodidad de su cama, así que prefirió ignorar el molesto sonido.

Perseus se echó la sábana por encima de sus hombros para cubrirse la cabeza, pero otro par de golpeteos interrumpieron su serenidad.

Lanzó un gruñido, arrojando la ropa de cama al otro extremo, ni si quiera se molestó en ponerse sus pantuflas y abrió la puerta para encontrarse con la nefasta sorpresa del niño que vivió.

—¿Qué quieres? —espetó Perseus mirando fijamente a los ojos brillantes color esmeralda de Harry.

Harry frunció el ceño, no le había agradado el tono tan agresivo que Perseus ocupó pero lo que menos deseaba era causar un alboroto tan temprano.

—Dice Sirius que prepares una pequeña maleta, al parecer saldremos —dijo el azabache acomodándose sus gafas, sin bajar la mirada retadora del chico frente a él.

Perseus sonrió burlonamente—. Puedes decirle a mi adorado padre que no estoy interesado en sus patéticos planes familiares —musitó, cerrando la puerta bruscamente.

Pero incluso antes de que pudiera darse la vuelta, otro par de golpeteos provinieron de la puerta.

Perseus sintió la ira crecer en su interior, así que sin dudarlo, se regresó a abrir la puerta con la misma brusquedad con la que la cerró segundos antes.

in my veins; harry potterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora