•Capítulo 8•

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Me levanté aún cansada y dude si era buena idea salir de la cama; una vez que apoyé mis pies en el piso para levantarme, sentí como mis piernas temblaban y un ardor me recorría  por ellas. Observe mis monos de pijama y habían adquirido un color carmesí por lo que me dirigí como pude al baño de la habitación antes de que alguien pasara y me viera, gracias al cielo que Jimmy no fue por la mañana. Recordé que ese día era domingo y por ende no había universidad así que no habría motivos de levantarme temprano.

Me dirigí inmediatamente a la bañera donde me recosté mientras cerraba mis ojos sintiéndome algo relajada. Observé el pequeño reloj guindado frente la bañera y eran las 5:00 p.m. Me sorprendí al notar todo lo que dormí y aún así Jimmy y Alanna no me levantaron.

Salí con cuidado de la bañera mientras me dirigía a mi habitación, dejé mi toalla caer al suelo y proseguí a observarme en el espejo que estaba frente a mí.

Me veía mal, estaba mal.

Mi piel se encontraba pálida, mi cuerpo delgado y las marcas en mis piernas se encontraban rojas y algo hinchadas. Mis ojeras eran notorias a simple vista. ¿Realmente Spencer siente curiosidad o siquiera atracción por esto?

Lo dudo…

Una lágrima rueda por mi mejilla mientras sigo observándome en el espejo.

¿Por qué tendría que afectarme el hecho de no ser suficiente para él?

Limpió de una manera rústica aquella lagrima y me dispongo a vestirme lo más rápido posible; moría de hambre.

Después de registrar completamente la casa note que no había nadie, que raro… ¿A dónde habrán ido?

—Hablamo' nunca, porque si te digo que hablamo' el martes tienes esperanzaaaa —sonó el teléfono de Jimmy en la cocina por lo que me apresure a contestar. Qué tono tan tonto o mejor dicho, tan "Jimmy".

—¿Sí, diga? —conteste sin ver antes de quién se trataba.

—¿Aló? —escuche del otro lado de la línea, era Jimmy.

—¡Aló! —conteste, nuevamente.

—En el culo te echo arroz —pude escuchar las risas de Jimmy del otro lado de la línea.

Idiota.

—¿Dónde coño están, Jimmy? —dije, molesta por sus juegos estúpidos.

—Eh, bueno. Salimos a una reunión de la empresa y ahora el auto no quiere encender —habló, mientras mantenía buen humor—. Hoy tendrás que quedarte sola ya que estamos algo lejos de Casa y el mecánico llegara mañana por la mañana —prosiguió, por lo que ahora su tono de voz se escucha más firme—. Cualquier cosa, no dudes en llamarnos, Rousse —escuché algo entrecortado.

—Todo estará bien, no se preocupen —hable para asegurarles de que no se preocuparan por mí.

—¡Ya sabes, comes algo! —dijo alzando la voz en un tono de advertencia. Era mi momento, sin duda alguna.

—¡¿Aló?! —hablé, rápidamente—. No se escucha bien, ¿aló? —proseguí tratando de contener las risas

—¿Rousse? —habló, pero yo sólo guarde silencio—. ¡¿Aló?! —prosiguió algo preocupado.

—EN EL CULO TE ECHO ARROZ —dije casi que gritando, me dejé llevar por la emoción—. Adiós, Jimmy —y sin más, corté el teléfono para estallar de risas.

¿Ahora quién es el tonto?

***

Toc, toc.

Cada Amanecer Me Recuerda A Ti.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora