•Capítulo 1•

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17 de Marzo 1997.

Rousse.

No sé cuanto tiempo llevaba en esa posición, pero, joder, me dolían las costillas. Decidí sentarme en la cama y así acomodar mi laptop sobre mis piernas mientras me tapaba hasta la cabeza con la sábana para cubrirme de cualquier monstruo nocturno (suena estúpido, pero la sábana da seguridad, amigos). Volví a retomar lo que estaba escribiendo en mí laptop prehistórica mientras esperaba con ansias la hora del amanecer.

  -El sol no deja de sorprenderme.-

—Todas las personas aprecian las estrellas (incluyéndome), pero aún así, no entiendo como pueden dejar de un lado la luz del sol. ¿Saben lo hermoso de un amanecer?, ¿sentir que el calor que emana de él, recuerda lo vivo que puedes estar aunque tú sientas que no es así? Este es capaz de ayudarme a organizar un poco mis pensamientos cuando siento que estos me asfixian; el amanecer para mí representa la luz en medio de tinieblas; me recuerda que no estoy sola y acaba con la oscuridad que tanto me asusta en las noches donde mis temores y la ansiedad tratan de consumirme. Él acaba con ellos, recordándome que aunque todo para mí ya no tenga sentido, él está ahí, porqué a pesar de todo ambos estamos solos. Las personas son algo egoístas con nosotros dos (nos parecemos mucho), éstas se quejan a veces de nuestra presencia o sólo nos obvian mientras estamos ahí, ¿pero que pasaría si el sol se apagará?, ¿si yo me apagará? Quizás dijeran lo mucho que nos amaban o nos necesitaban, cuando realmente nunca nos dieron gran importancia, aún así, admiro mucho al sol, porqué aunque pocos les importa su presencia, él sigue saliendo a cumplir su función y recordándome que aún sigo viva… aunque parezca que no.

Noté que eran las 6:15 a.m. Y ya faltaba poco para que saliera el amanecer, así que cerré rápidamente mi laptop y decidí llevarme mi teléfono y audífonos para escuchar algo de música mientras esperaba. Salí por mi ventana subiendo unas escaleras que colocó Jimmy (el mejor amigo de papá), para que pudiese subir al techo y ver este con mayor claridad. Observaba como poco a poco salía el sol en todo su esplendor. Respire profundamente llenando de aire mis pulmones y exhalando poco a poco; sentía como su calor pegaba suavemente en mi cuerpo haciéndome sentir que aún seguía corriendo algo de vida en mí. Cerré los ojos y me dedique a escuchar la canción mientras mis pies colgaban del techo y el resplandor de este acariciaba en mi rostro. Debo admitir que ya la claridad del sol se sentía algo fuerte pero no me importó; estaba hecha un desastre después de todo. A veces, pienso si algún día voy a salir de esto. Sé que quizás sólo debo largarme lejos de aquí, pero es difícil… Como sea, debo escapar de todo esto o simplemente terminará consumiéndome. Me siento en un vaivén donde el estar justo aquí, vienen los remordimientos junto con mi deseo de vivir sin depender de algo que sólo me recuerda el porqué estoy así.

Es increíble en lo que se basa esto; sentir para asegurarnos de que sea así. Sentir para saber que estamos enamorados; sentir el dolor para saber que nos lastimaron; sentir lo caliente de el café en nuestros labios para saber que quema; sentir la música para saber que te identifica… Y en mi caso sentir el calor del sol para recordar que estoy viva. Una lágrima silenciosa bajaba por mi mejilla y la limpie de una manera rústica, abriendo mis ojos para disfrutar de la vista por unos minutos más antes de irme a alistar para ir a la Universidad.

—Buenos días, nena, ¿cómo pasaste la noche? Noté que no dormiste casi, ¿no es así? —me dijo Alanna, en un tono de voz tranquilo mientras limpiaba la mesa del comedor. Me observó y luego siguió limpiando.

Volteé los ojos, fastidiada. Sé que si le decía que no dormí, me daría un sermón demasiado irritante así que preferí obviar esa pregunta para evitar cualquier discusión.

—Buenos días, Alanna, todo está bien. Gracias por preguntar —dije sin más, con total serenidad.

—Cariño, tranquilizate, ya Rousse no es una niña y sabe qué hacer… Seguro se quedó despierta hasta tarde en redes sociales o esas cosas que hacen los adolescentes, ¿no es así, Rousse? —dijo, mientras tomaba a Alanna por los hombros, dedicándome una mirada cómplice acompañada de algunos guiños. No pude evitar sonreír y devolverle el gesto. Jimmy es muy gracioso y energético. Es imposible no reír con él, mientras Alanna es muy compresiva, aunque sobreprotectora y siempre quiere saber lo que estoy haciendo, la quiero pero me asfixia a veces.

—Yo lo entiendo, Jimmy, pero ella debe descansar bien. ¡Mira como ya tiene ojeras! —espetó Alanna, con un tono de preocupación que logré percibir, luego de lo que paso todo en mí le preocupaba o quizás sea lástima, quién sabe...

—Sí, sí, ya está bien. Ella se acostará temprano, pero justo ahora se le hace tarde para ir a la universidad o como ella le llama " El retén" —dijo, haciendo énfasis en las últimas palabras mientras ríe un poco—. Así que vamos, Rousse, yo te llevaré hoy —prosigue, mientras nos conducíamos al auto.

***

Suena el timbre, y como de costumbre ya yo estaba sentada de última en el salón de clases, esperando que la clase terminara lo más rápido posible para irme a encerrar en mi habitación donde sólo estoy yo, y nadie habla o grita, o bueno, yo a veces cuando se me pegan los cables de mi rara cabeza. Noté que el salón se llenaba y la profesora de literatura comenzaba a hablar del amor y la poesía; no es que no me gustará dicha clase es que el tema de el amor me aburría un poco y siento que no es lo mío desde que...

—Señorita Rousse, ¿tiene algo que aportar? Se le nota algo "distraída" —dijo, afincándose en la última palabra interrumpiendo así mis pensamientos a lo que sólo puedo guardar silencio, porque ni puta idea de lo que ella estaba hablando—. Por si no sabía, hablábamos de que La poesía se ha relacionado siempre con el amor, porque es una manifestación literaria que expresa los sentimientos, y se expresa lo que uno siente cuando se está enamorado, es por ello que el amor y la poesía han ido siempre de la mano. ¿Pero qué me dice usted, señorita Rousse? —prosiguió con ese aire de profesionalismo que la caracteriza y una mirada penetrante mientras mis compañeros sólo se limitaban a ser espectadores esperando una respuesta de mi parte.

—El señor Darcy pudo decir que " la poesía alimenta el amor" pero Elizabeth pudo expresar que "el amor tiene que ser fuerte y sólido y allí la poesía lo nutre, por que todo lo que se nutre ya es fuerte de por si. Pero sin ninguna base, esfuerzo y soluciones lo acabaría matando de hambre." ¿No es así profesora Olive? —dije, con un tono de voz seguro y viendo mi cuaderno en todo momento. El silencio hablaba por si solo y podría jurar que justo en ese momento muchos se estaban preguntando " ¿ella habla?", pero me tenían sin importancia. El timbre sonó y ya por fin era hora de irme.

—Para la próxima clase deben hacer un escrito y el tema será de su preferencia. Tendrán que leerlo frente a toda la clase. Que tengan buen día chicos —dijo sin más, y luego de darme una mirada rápida se retiró.

***

Llegar a casa y dedicarme a ver el techo siempre ha sido mi especialidad (además de leer), pero un poco de música nunca está demás, ¿no es así? Decidí conectar mi radio con el Bluetooth de mi teléfono y empezó a sonar "Bruno Mars - That's Wath I Like”, haciéndome olvidar toda la tarea que había mandado Olive y solo me dedique a bailar. Mis caderas se dejaban llevar al ritmo de la música y tomé mis lentes de sol favoritos, imaginándome que estaba en medio de una disco donde todos me arrojaban dinero mientras yo seguía soltando "mis pasos prohibidos". Gracias a ellos caí al suelo sentada de culo, por un paso que no salió como esperaba y ahora me encontraba viendo todo lo que estaba bajo mi cama (si no me caía no me daba cuenta de todo lo que se caía bajo esta y nunca recogí). Me encontré con una caja de pizza que olía horrible. debía de tener dos semanas ahí. Había muchos exámenes que no aprobé y entonces toque algo duro y con una forma extraña, era una caja.

Al sacarla logré ver que no es tan pequeña y era toda de madera en forma de corazón; al tocar la tapa para intentar abrirla sentí como mí corazón se aceleraba y miles de pensamientos venían a mí, mientras mis ojos se llenaban de lágrimas que amenazaban en salir. Sé que al abrirla, el dolor sólo volvería, aunque nunca se fue pero sería sentirlo con más intensidad. Me levante rápidamente y volví a dejarla en su sitio; era mejor hacer como si esa caja nunca estuvo ahí y me fui a dormir; no podía volver a caer en lo mismo.

Cada Amanecer Me Recuerda A Ti.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora