Zee Pruk es un abogado con las ideas muy claras, el cual tiene un sueño altruista que le traerá sorpresas inesperadas y también muy agradables, aunque inevitablemente mucho sufrimiento.
Saint Suppapong es por el contrario, un chico sin pelos en la...
Saint se despertó con una monumental resaca, no se acordaba de nada pero entonces algunas vagas imágenes azotaron velozmente su mente, no eran claras y tampoco tenían un orden.
-¿Dónde estoy?, ¿cuándo he llegado a casa y por qué estoy en calzoncillos?.. ¿qué demonios ocurrió anoche?...
Recordaba haber ido a una discoteca y bailar con Sammy y sus amigas, cerrar la cafetería, haber tomado unas copa, recordó a Zee y también al odioso chico que no cesaba de tocarlo, después de eso nada de nada....
Mientras tomaba su café cargado y dos analgésicos para el dolor de cabeza, el castaño intentó hacer memoria, tenía una rara sensación como si hubiese algo importante que necesitaba recordar.
Por su parte, el moreno no había pegado ojo en toda la noche, su beso con Saint no dejó de reproducirse una y otra vez en su cabeza como si fuese una película.
No sabía si alegrarse, porque quizás este comenzaba a sentir algo por él o no, ya que lo más probable era que este estuviese creyendo que era a la morena a quien besaba pues estaba muy borracho.
Tras levantarse, ducharse y ponerse uno de sus trajes, este aparcó su coche delante de la cafetería pero estaba dudo de entrar, no sabía como actuaría, tanto si Saint se acordaba como si no, él si sabía que había ocurrido, por lo que la situación había cambiado y partir de ese momento sería incómodo.
Finalmente entró y vio que el castaño atendía muy sonriente a sus clientes, aunque estaba muy cansado y su dolor de cabeza había remitido un poco, este lo seguía atormentado.
Estaba aliviado de tener a Kae, ya que en días así era cuando más se daba cuenta de lo buen empleado que era y la suerte que había tenido en decidirse a contratarlo.
El empleado sirvió un café a un pensativo abogado, el cual no paraba de seguir con la mirada al más joven, éste lo había saludado como siempre, con un simple " hola, buenos días", por lo que lo más probable era que no se acordase de nada.
Zee se puso muy nervioso, ya que todo era mucho peor que antes de irse de viaje, ¿cómo se iba a olvidar el beso viéndole todos los días?, al contrario, no quería hacerlo, quería volver a besarlo una y otra vez, ya había probado sus labios y le era imposible ahogar su amor por él.
En un impulso se levantó y se dirigió a donde estaba este, debían hablar en privado, tenía que aclarar la situación o se volvería loco sin remedio.
-¿Podemos hablar?-preguntó serio.
Saint asintió y lo condujo al almacén, no sabía muy bien de que se trataba pero si el moreno tenía algún tipo de problema, lo escucharía e intentaría hacer lo que estuviera en su mano.
Frente a frente, el mayor no sabía de que forma empezar ni que decir pues tan pronto tuvo a este mirándole fijamente, vio evidente su sospecha de que no recordaba nada.
¿Qué le diría ahora?, no quería meter la pata con él y perder su amistad, ya que seguro se enfadaría y no le creería que estando borracho se habían besado, así que tras soltar un sonoro y frustrado resoplido huyó.
El castaño se quedó muy confuso y preocupado, se suponía que este quería hablar y de repente se había ido sin decir una sola palabra.
-¿Qué le ocurre a este hombre?.
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