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Toda la mañana Zee estuvo cargado de trabajo; un par de juicios en los juzgados y una charla sobre los problemas legales en un instituto y más casos de jóvenes con los que él tenía mucha experiencia.

Unos padres bastante perdidos de una pequeña comunidad de vecinos del otro lado de la ciudad habían solicitado su sabios conocimientos.

Este subió a su coche ya aliviado por haber terminado con su deber y emocionado se dirigió al barrio, entonces compró dos botella del mejor vino y unas rosas para Saint.

Nervioso se bajó del coche tras aparcar frente al edifico y entonces puso rumbo hacia el portal con intención de llamar al telefonillo pero entonces reparó en que Saint estaba en el jardín comunitario caminando de un lado a otro mientras balbuceaba algo.

Durante un corto tiempo lo observó sonriendo pues este se veía muy gracioso refunfuñando, le trajo muy hermosos recuerdos.

Finalmente suspiró y se acercó emocionado.

-Hola precioso...toma, son para ti.

El castaño lo miró asombrado.

-Ho-Hola emm, ¿Me has traído flores?

-Emm si bueno me pareció una buena idea pero no sé quizás ahora ya no te gusten.

Saint negó rápidamente.

-No, no me encantan, gracias Zee.

El moreno se quedó paralizado cuando este cogió el ramo entre sus manos y enterró su nariz en él y luego le sonrió ampliamente, esa era una de las imágenes más rematadamente hermosa y tierna que había visto en su vida.

El moreno se quedó paralizado cuando este cogió el ramo entre sus manos y enterró su nariz en él y luego le sonrió ampliamente, esa era una de las imágenes más rematadamente hermosa y tierna que había visto en su vida

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-De verás no quería asustarte y que me echaras de tu casa sin antes haber probado la rica lasaña de May- dijo este rasgando su nuca con preocupación.

Saint le tocó el hombro con sus manos temblorosas.

-Anda, subamos... mi abuela ya debe tener todo listo.

Tras entrar en el apartamento y tras saludar a la anciana y darle las botellas al castaño, estos se sentaron a la mesa.

-Umm, la lasaña huele de maravilla.

-Te chuparás los dedos, mi abuela es una gran cocinera.

Tras probar el primer bocado el abogado asintió sonriendo.

-May esto está exquisito, muchas gracias por invitarme.

-Gracias a ti cariño, eres muy amable-Habló esta sonriendo también-...bueno y cuéntanos, ¿qué es de tu vida?, hacía mucho que no sabíamos de ti?.

-Bueno, la verdad con mucho trabajo y tampoco quería incomodar, así que, con mucho esfuerzo me he mantenido al margen... sé que tú necesitas tu tiempo y espacio- dijo este mirando a un Saint tremendamente muy avergonzado.

18. Amantes silenciados - Zaintsee TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora