📌 AVISO: HAY CONTENIDO ADULTO EN ESTE CAPÍTULO.
—Voy a mandarlos a todos. ¡A todos! —exclamó Oven con rabia—. Hasta a los recién convertidos. Esos son los que más ansias tienen por devorar carne humana. ¡Soltadlos a todos! Vamos a hacer una visita a esos malditos seres inferiores.
—Hermano, comparto completamente tu ira; pero debemos planear mejor nuestro ataque —intervino Katakuri, con tono claro pero pausado. Hizo un gesto con la mano a los dos sirvientes que iban a seguir las órdenes del otro demonio.
—Katakuri tiene razón —añadió Daifuku, dando un paso al frente. Estaban todos reunidos en el salón principal, de pie y dispuestos en una especie de círculo—. No queda mucho para el amanecer. Sería prácticamente un suicidio aparecer allí ahora. Nuestro poder se vería afectado y los novatos morirían rápidamente.
—No es que sus vidas sean importantes, pero nos van a resultar útiles. Sería un malgasto —comentó Perospero, apoyando la propuesta.
—Tenéis razón, joder —admitió el demonio de cabello naranja, apretando los puños con fuerza—. Es que todavía no puedo creer que Mamá... Y tantos de nuestros hermanos... ¡Maldición! ¿Qué se han creído esos malditos humanos? ¡Han destruido nuestra familia!
Daifuku y Perospero compartían el dolor de su hermano. Cada vez eran menos y todo por culpa de aquellos seres inferiores que tanto les habían temido durante años. ¿En qué momento se habían armado de tanto valor como para enfrentarles?
Cracker y Katakuri se lanzaron una mirada que duró unos breves segundos. ¿En serio podían preguntarse el por qué? ¿Acaso los demonios no habían acabado con familias enteras? ¿No habían dejado a padres sin niños? ¿A pequeños y pequeñas sin padres? Era obvio que algún día se rebelarían. Tras varios siglos, por fin habían logrado sus frutos; aunque hubiera sido con la ayuda de un demonio.
—Prepararemos todo para atacar durante la noche —sentenció Daifuku, tras unos minutos de silencio.
—Mientras tanto... Debemos preparar el ritual para enviar el cuerpo de Mamá junto al resto de nuestra familia —dijo Oven. Acto seguido se giró hacia los dos hermanos que habían acudido allí hacía unas horas—. Os quedaréis, ¿verdad? Pasáis demasiado tiempo en ese apestoso mundo.
—Por supuesto que nos quedaremos en la despedida de Mamá —aclaró el peligranate, fingiendo enfado e indignación. Su hermano tan solo asintió antes de retirarse de la sala.
Katakuri también comenzó a caminar, en busca de aire libre. Necesitaba un pequeño paseo para ordenar sus pensamientos. Se sentía extraño. Era chocante no sentir pena por la muerte de su madre y ningún remordimiento por haber sido parte de la causa.
Había sido la única solución. Todavía recordaba aquella vez, cuando era todavía un niño. Aquella vez en la que se le ocurrió comentar que le parecía cruel cometer todos aquellos actos contra los humanos. Mamá se puso furiosa. Lo encerró tantos días en su habitación que el peligranate jamás volvió a sacar el tema. Años después, decidió actuar por su cuenta. Jamás lograría hacerle entrar en razón.
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Peligro al anochecer «Katakuri x Lectora»
FanfictionLa joven (TN) vive un pequeño pueblo perdido por las montañas de Japón. Su casa está algo separada del resto, por un camino de cinco minutos. Todos los días ella acompaña a su hermano mayor para vender los diferentes productos que producen en su peq...