A la mañana siguiente (TN) fue abriendo poco a poco los ojos. Se los frotó mientras se incorporaba. Su cuerpo estaba rodeado por una manta y también había un cojín donde antes estaba su cabeza. Miró hacia los lados. ¿Dónde estaba Katakuri? Cogió la manta y el cojín y caminó hacia la casa. Cuando giró y vio la entrada se encontró con él. Al parecer, se había encargado de enterrar los cuerpos de su familia.
—Esto, gracias... No hacía falta que te esforzaras tanto —agradeció ella, mientras se acercaba hacia él.
—Está bien —dijo él, serio—. Prepararemos una bolsa con provisiones y nos marcharemos a otro lugar para empezar con el entrenamiento. Puedo hacerlo yo si quieres, no hace falta que entres.
—No. Entraré yo —dijo la chica, convencida—. Tengo que hacerlo yo.
Respiró profundamente y empezó a caminar hacia el interior de la casa. Cuando entró, se fijó en que las paredes todavía estaban manchadas de sangre. Intentó no darle mucha importancia. Era obvio que iba a ser así. Un maldito demonio devorador de humanos se había comida a su familia. No iba a dejarlo todo ordenado antes de irse. Sentía que las lágrimas se acumulaban en sus ojos mientras metía en la bolsa de tela la comida que había en los armarios de la cocina. El día anterior había comido el desayuno que su madre le había preparado. Ese desayuno que su madre preparaba con tanto amor y ella siempre se lo comía ya frío.
Una vez hubo puesto los alimentos que pudieran conservarse bien, se acercó a su habitación para meter un par de camisetas y calcetines más y unos pantalones de tela. Se colgó la bolsa de tela en forma de mochila. Se secó las lágrimas con las dos manos y se dirigió hacia el exterior de la casa. Katakuri estaba fuera esperando. No se había dado cuenta, pero llevaba una especie de lanza o guadaña colgada en la espalda. Debía ser su arma para cazar a los demonios. ¿Cuál sería la suya? En su vida había tenido que luchar, así que no sabía qué sabría utilizar mejor.
—¿Estás lista? —preguntó él, mirándola fijamente con sus ojos color granate. Ella asintió—. Entonces, emprendamos nuestro camino.
[•••]
El extraño dúo humana y demonio, caminaron por las montañas durante dos días hasta alejarse lo suficiente de aquel pequeño pueblo. En aquel momento, se encontraban perdidos en la montaña. Sin nadie que pudiera llegar a encontrarse con ellos y listos para comprobar si (TN) realmente podría servir para matar demonios.
Katakuri, dejó en el suelo una bolsa llena de objetos que había comprado en el pueblo antes de marcharse, mientras la chica esperaba rezando unas oraciones junto a las tumbas de su familia. Ella se acercó con curiosidad. ¡Eran varios tipos de arma! Había un hacha, una lanza con una punta de hierro muy afilada, arco y flechas y una katana.
—Lo primero que hay que hacer es probar qué arma te viene mejor —explicó Katakuri—. La que te sea más fácil de usar y con la que te sientas más cómoda.
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Peligro al anochecer «Katakuri x Lectora»
Hayran KurguLa joven (TN) vive un pequeño pueblo perdido por las montañas de Japón. Su casa está algo separada del resto, por un camino de cinco minutos. Todos los días ella acompaña a su hermano mayor para vender los diferentes productos que producen en su peq...