C I N C O

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—Vamos, tenme un poco de fé, sabes que nunca te delataría.

...

—Sí, yo fui uno de los que ayudó a la policía a atrapar a Oak. ¡Pero ese malnacido era una desgracia para toda la mafia tailandesa y lo sabes! Metió la pata y tuvimos que lidiar con él de una vez por todas. Como sea, lo atraparon hace dos días —susurró Arthit.

Kongpob pensaba que las llamadas de la mafia se acabarían ahora que Arthit trabajaba para la policía, pero qué ingenuo, se equivocaba. Durante la última semana, a Arthit lo llamaban todos los días.

Arthit le dijo que tenía que cortar todas sus conexiones y entonces todo se acabaría.

—Vinnie, tú de toda la gente deberías entender por qué lo hago. Eres el más grande hijo de mami que he conocido. Mi mae se está muriendo, le han dado alrededor de cinco meses. Quiero respetar al menos uno de sus deseos.

...

—Sí, sí. Te perdono. Me debo ir, ¿bien?

Arthit regresó a la cocina. Para variar, estaban en la casa de Kongpob en lugar de en la lujosa mansión de Arthit.

—Huele muy bien, bebé —Arthit halagó a su novio.

Kongpob quería hablar algo con él. Y él realmente quería saber de qué se trataba. Quería saberlo ahora mismo.

—Escúpelo.

Arthit se sentó a la mesa y Kongpob hizo lo mismo.

—Comamos primero.

Kongpob quería contarle a Arthit sobre su plan de estar cuatro meses lejos de casa.

Aunque para ser honesto, también estaba algo asustado por decírselo... Así que podría darle primero las buenas noticias.

—Mis padres están en el país, acabo de hablar con mi madre.

Arthit nunca había conocido a los padres de Kongpob porque estos vivían en Estados Unidos.

—¿De verdad? —Sonrió Arthit. No podía esperar a conocer a sus suegros, ¡y la mejor parte era que ahora podía decirles que trabajaba para la policía! ¡Sería un yerno perfecto!

—Sí. Espero que podamos verlos en los próximos días.

—¡Sí, claro! Sólo dime cuándo.

—Lo haré.

Arthit observó a su pareja. Eso no era la cosa importante que quería decirle y Arthit no tenía que ser un perfilador de la policía para notarlo.

Esperó a que terminaran cada bocado de la comida en sus platos hasta que habló de nuevo.

—Bien, terminamos, ahora dime qué tienes, Kong. Porque puedo ver que hay algo y me estoy sintiendo bastante alterado e inseguro por lo que tienes que decirme.

Kongpob tomó un gran aliento.

—Podrían ascenderme en el trabajo...

—Bueno, bebé, eso es genial...

—Pero eso significa que tengo que ir a Japón por cuatro meses.

—¿...?

Cuando Kongpob se atrevió a ver a Arthit a los ojos, estos le miraban con una expresión que Kongpob no había visto antes.

—Tú... ¿qué...? —Arthit preguntó con voz tranquila.

—Tengo que ir a Japón —respondió Kongpob. —Por... cuatro meses... pero ¡te prometo que vendré de vez en cuando! ¡No estaré ausente cuando me necesites!

Págame con tu cuerpoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora