S E I S [F I N]

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—Ah, maldición... —maldijo Kongpob.

—¡Sí, así es! Cuando termine contigo, suplicarás para que te folle... Es una promesa.

Arthit recorrió el cuerpo de Kongpob con su garrote. Desde sus labios hasta su pecho y luego hacia su pene desnudo que se asomaba por la abertura en la entrepierna. Arthit hizo presión con el garrote hacia el interior del traje anaranjado hasta que este se frotó en el trasero de su novio.

—Quizá necesites un castigo... ¿no lo crees? —Preguntó Arthit cuando el extremo de su garrote encontró su camino entre los glúteos de Kongpob.

—No te atrevas, maldita sea —Kongpob respiró pesado. Tiró de sus ataduras, pero ¡estaba esposado a la cama y no podía hacer absolutamente nada!

Disfrutaba de la sensación de los dedos de Arthit penetrándolo, pero ¡aún no estaba listo para algo más grande! ¡Mucho menos para un garrote!

Arthit empezó a reír.

—Nunca lo haría, Kong. Ni aunque me dejaras por más de los cuatro horribles meses que estás planeando en este momento.

Kongpob se sintió un poco tonto al temerle a Arthit. Él ya sabía que el hombre no traicionaría su confianza de ese modo. No podía ver el dolor en los ojos de su novio ya que estos se ocultaban detrás de un par de lentes de sol, pero podía oír la tristeza en su voz.

—No me iré al otro lado del mundo, Arthit. Sólo estaremos alejados por seis horas de distancia y te veré más que unas cuantas veces en esos cuatro meses. Te visitaré y tú podrás visitarme.

Arthit suspiró.

—Incluso así, se siente horrible. Pero no te preocupes, no te quitaré la virginidad con esto, bebé. Aunque no es de metal, es de silicón duro —lo sacó del traje de Kongpob y golpeó con él uno de sus pezones.

—Ahh... —jadeó Kongpob.

—¿Ves? No es tan duro. No como esta cosa dura entre sus piernas, señor criminal...

Arthit usó su garrote para acariciar el pene de Kongpob y volvió a adoptar el papel de "Arthit oficial".

—¿En dónde estábamos? Ah, sí... usted requiere un castigo.

El excriminal se trepó sobre su pareja. Su pene duro sobresalía por la abertura en la entrepierna del uniforme azul de policía.

Se sacó los lentes de sol y los lanzó hacia una esquina de la habitación. Sus rodillas se apretaron alrededor de la cintura de Kongpob.

Kongpob miró el pene de Arthit. Sus testículos descansaban sobre su estómago mientras que su miembro apuntaba hacia arriba. Se veía un poco diferente ahora que usaba ese anillo resplandeciente.

Se veía más grueso de lo normal, con venas marcándose en todo el largo. El glande estaba rojo y brillante.

Arthit notó la mirada de Kongpob y sostuvo su pene, dándose una caricia.

—¿Te gusta lo que ves?

—Eh... —Kongpob pasó saliva. —¿No es incómodo?

—Está apretado, pero me gusta.

—Ah.

Arthit sonrió y dejó ir su pene antes de frotar su trasero sobre Kongpob.

Kongpob sintió la piel desnuda alrededor de su erección. Los glúteos de Arthit.

—También tiene una abertura por atrás —explicó Arthit mientras su entrada ya preparada se frotaba sobre el pene de Kongpob y con su garrote hacía círculos sobre los pezones cubiertos de este. —Tienes derecho a gritar. Todo lo que gimas o jadees podrá y será usado en tu contra en la cama —sonrió.

Págame con tu cuerpoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora