Capítulo 5 : Pasado Turbulento

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Tantos años atrás...

Era una noche oscura y fría en el pueblo de Lorey, estaba casi a las penumbras, con una lluvia torrencial y vientos huracanados, el rey había ordenado toque de queda, cada aldeano se encontraba corriendo a sus casas para que los centinelas no los atrapasen y se los llevarán a los calabozos; En el solitario lugar dos personas caminaban rápidamente hasta el final del oscuro y largo camino, que daba hacia la entrada del bosque y justo antes se encontraba una fuente hermosa, muy cuidada por todos y a los alrededores se encontraban solo la oscuridad del bosque, nadie se osaba acercarse de noche a aquella fuente por las leyendas que recorrían a los lugareños, cuentos de aldeanos que pasaban a largas horas de la noche, decían ver a un hombre vagar a la entrada del bosque y en los alrededores de la fuente. Cada vez que alguien pasaba por ahí, y el hombre se encontraba, este lo asesinaba, lo llevaba a las profundidades del bosque y más nunca se volvería a ver o en los casos más milagrosos solo te hería a muerte y si corrías con suerte, llegabas con vida a tu casa.

—Son solo cuentos, Ron — Le aclaró Montse mientras caminaba rápido a la par con Ron

—Claro que son solo cuentos, pero yo les creo — Ron se acomodó la capucha de su túnica que estaba por caerse por los vientos tan fuertes que estaba haciendo — Llevamos años tras esa leyenda ¿Cuándo será el momento de que atrapemos a ese hombre? — Montse lo miró dulcemente, para luego reír

—Ron, querido. Estamos en pleno toque de queda, escapamos del castillo, los centinelas quizás están pisándonos nuestros talones ¿Y tú te preocupas por un cuento de pueblo? ¿En serio? —

—¡Alto ahí! — la orden de centinelas se escuchaban al fondo, Los centinelas se acercaban más rápido, Montse y Ron tuvieron que apresurar más el paso, sabían que su destino estaba marcado por esta tragedia, cualquiera de los dos debía sobrevivir. Se escabulleron metiéndose por los callejones, se escondieron en uno de esos.

— Montse, Montse. ¿Estás bien? — preguntaría Ron, exaltado, tocando el hombro de Montse. Ambos respiraban agitados, cansados, tenían que irse lo más rápido posible, ya los centinelas los habían visto y en cualquier momento darían con ellos sin dejarlos salir de Lorey.

—Ron, toma — Esta le dio el bolso que cargaba, esté lo agarró, confundido, intentando negarse a tomarlo — Ron, hay que separarnos, así no nos agarraran, no permitas que nada te pase, cuídate — esto lo diría poniendo la mano en el bolso, viéndolo, sus ojos se habían cristalizado.

—¡Búsquenlos! ¡No pueden salir de Lorey! — se escuchaban los gritos de los centinelas a lo lejos, Montse vio a Ron y le dio un beso la mejilla, luego en sus labios, Ron sabía que esto era un hasta luego.

— Te quiero, Ron. Nos vemos en la entrada del bosque — Dicho eso, Montse salió del lado izquierdo del callejón y corrió, Ron esperó unos minutos y salió por el lado derecho del mismo, corrió sin detenerse, sin mirar atrás, tenía que llegar con vida a la entrada del bosque y esperar a Montse para irse juntos.

Ron llevaba veinte minutos de haber llegado a la entrada, estaba escondido esperando a Montse, pero esta no llegaba, a lo lejos se escuchó un grito desgarrador y un estruendo. Dejó escondido el bolso a un lado de él y se dispuso a ir a dónde provenía el sonido con sigilo y precaución para que nadie pudiera verlo, al llegar al lugar, vio a Montse tirada en el piso, su respiración era agitada, se arrastraba en el suelo tratando de huir, el miedo en su mirada era latente, al frente de ella, estaban los reyes, viéndole con odio.

—Danos lo que te llevaste — Montse se levantó como pudo, su mirada pasó de miedo a una oscura llena de odio y rabia se acercó al rey y le escupió en la cara.

—¡Jamás les daré a mi hijo! En este momento debe estar en un mejor lugar — El rey la abofeteó.

—¡Es mi bebé! — Vociferó este.

—Tú sabes que no es así, Milán ¡Tú sabes que me robaste a mi bebé y mi libertad! — Gritó Montse — Nunca, nunca, escúchame bien, nunca te daré a mi bebé, porque yo ya no lo tengo y es mejor así, él está en un mejor lugar lejos de ti y de tu maldad.

—¿Sabes que tu vida está tendiendo de un hilo? — diría el hombre en tono altivo, viéndola con desprecio.

—Mátame si quieres, ya no tengo motivos para seguir viviendo, además, cuando él se entere, te matará — En ese momento, Ron entendió por qué Montse le había dicho que se separasen, Ron quería intervenir, pero tenía que irse, tenía que desaparecer, con el dolor de su alma y corazón, empezó a alejarse rápidamente, y se escuchó otro estruendo, este corrió a recoger el bebé, y se metió en el bosque rogando que aquel asesino de los cuentos del pueblo no apareciese, tenía una misión y esa era cuidar a ese bebé.

Las calles se habían manchado de sangre, Montse había caído abatida, en su cuerpo había marcas de azotamiento y de balines, aquí no había sucedido una defensa para el pueblo, no, había sucedido un brutal asesinato, un terrible crimen que perseguirá a los reyes por el resto de sus vidas, y su hijo el príncipe no podrá enterarse de aquella fechoría así que como era de esperarse aquel acontecimiento quedo olvidado, sepultado y guardado en las profundidades de las escrituras, de las mentes de sus asesinos, pero jamás del sobreviviente que juró vengar a su amada Montse y al bebé que criaría como suyo.

A la mañana siguiente, el toque de queda había cesado, todo había vuelto a la normalidad, más en el castillo todo se salía de control, el hijo de los monarcas quería saber de Montse y del bebé que ella se había llevado, más estos no tenían la cara para verle la cara a su hijo. Ordenaron a los centinelas de buscar en el bosque al bebé y al hombre el cual vieron junto a Montse.

—Tiene que aparecer vivo o muerto — vociferaba el rey, mientras que la reina se mantenía callada y con vista al frente.

—Padres — el príncipe había entrado al salón real, los centinelas se retiraban del lugar, y el rey lo miraba con desdén

—Hijo mío — Corrió la reina a los brazos de su hijo, abrazándolo fuertemente, este la miró, extrañado.

—¿Por qué no me dicen a dónde está Montse? — La reina se arrodilló al frente de su hijo mientras ella sollozaba, el rey se levantó apresuradamente y la levantó, lastimándola — Mujer, levántate y vete a tu alcoba — Ordenó el rey, a lo que la mujer se levantó y se fue rápidamente.

—¡Padre, no trate a mi madre así! —El rey abofeteó a su hijo, este lo miró con desprecio, el rey se iría hasta su trono — ¡¿Dónde está Montse?! —Exclamó el príncipe

—Tu querida Montse, se escapó en plena noche de toque de queda — Un mínimo de indiferencia se notaba en su voz, su mirada era gélida y su semblante era serio, cualquiera pudiera deducir que él aborrecía a aquella mujer. El príncipe lo miró, sorprendido, sus ojos se cristalizaron, sabía que si la atrapaban podían matarla y no aguantaría aquel dolor de haber perdido a Montse.

—¿Escapó sola? — Preguntaría nuevamente, el rey solo se limitó a negar

—Esa muchacha mal agradecida, escapo con tu mejor amigo, con Ron — El odio se notaba en su voz, el rey lo miraría con altivez —Ella nunca te amo, Gerónimo —

Transcurrían los días, los meses y no había rastros del bebé ni del hombre, la tierra se los había tragado, buscaron hasta las llanuras, debajo de las tabernas de Lorey, ni una pista, nadie los había visto desde aquel entonces. El príncipe agotado de esperar una respuesta de su padre, obligó a su madre a hablar, pero esta no soltó ninguna palabra al respecto, el rey seguía negando haberla herido, encarcelado, o matado, buscaba evasivas para el príncipe, pero no decirle jamás la respuesta a aquel acontecimiento.

Al pasar los años, la reina había enfermado, no se sabía si se levantaría de nuevo, en una última oportunidad de vida, la reina decidió hablar con su hijo, pero antes de hacerlo, tenía que hablar con su hija menor, su luz de vida. Después de una breve conversación y haber pedido hablar con su hijo, petición que nunca llego al príncipe. En la espera, la reina falleció sin hablar con su hijo, quedando lo sucedido en un secreto, murió sin poderle confesarle a su hijo lo que tanto él había querido saber: ¿Qué sucedió con Montse?

En Otra Vida - Provincia de AscankDonde viven las historias. Descúbrelo ahora