SUEÑOS DE LIBERTAD: Lazos

126 10 0
                                    


Año 1499 a.C. (antes del Concilio)

Mounfel, Capital del reino de Heffelmaunt

La humedad de los labios de Vílaris hizo que se estremeciera, con sus manos, Korian le arrancó aquel costoso y hermoso vestido azul, haciendo que cayera de sus hombros y dejara toda su voluptuosidad al descubierto; él la había puesto contra la rocosa y fría pared del sótano, ocultos entre las sombras de los lugares que la tenue iluminación no lograba descubrir. Cada vez que Ocox se marchaba sin su mujer a sus reuniones, ambos se citaban allí con la mirada o con un leve rose de manos en un fortuito encuentro en los pasillos de la fortaleza. Cuando Korian estaba dentro de ella dejaba de ser su esclavo y se convertía en mucho más que eso.

—Te amo —le decía ella entre gimoteos mientras él le besaba el cuello.

Él nunca sabía cómo responder, así que simplemente fingía que no la escuchaba y a ella parecía no molestarle. Esas palabras eran peligrosas, y él lo sabía, si alguna vez eran atrapados Ocox los colgaría a ambos sin pensárselo dos veces; amar era un lujo que un esclavo no podía darse, ni siquiera él, y mucho menos a ella.

—¡Mi señora! —gritó una voz femenina tras la puerta.

—¡Estoy ocupada, Maila! —le contestó su señora de vuelta, sin dejar de moverse sobre Korian.

—¡Es su sobrino! —gritó la joven sierva y, de inmediato, Vílaris se incorporó de un salto y se vistió a toda prisa, señalándole a Korian que hiciera lo propio.

Ambos salieron del sótano, agitados, y se encontraron con Maila.

—Su sobrino estaba jugando con Fil en el patio de atrás y se lastimó el brazo —Maila estaba exaltada, pero había ignorado completamente la presencia de Korian.

—¿Fue culpa de mi hermano? —preguntó él, estupefacto.

—No lo sé mi se... Korian, Vaguor no ha hecho más que llorar y gritar de dolor, está con el curandero.

—Busca a Fil —le ordenó a su esclavo mientras ella corría en búsqueda de Vaguor.

Korian atravesó varios pasillos a toda prisa hacia la puerta trasera y, al llegar al área de entrenamiento, se encontró con Fil llorando en el suelo.

—¿Estás bien? —le preguntó, agachándose para inspeccionarlo, pero el niño no respondió—. ¿Cómo pasó, Fil? Necesito que me lo digas.

—Solo entrenábamos, y yo... golpeé su pierna como me... como me... —el pequeño estaba tan afligido que le costaba hablar, pero ya Korian había intuido lo que sucedió, su hermano desequilibró a Vaguor y este cayó sobre su propio brazo.

—¡No era la hora de entrenar! —Korian empezaba a ser presa de la desesperación—, ¡¿no pudiste esperar una maldita hora?! ¡Ve a la recámara, ya!

El niño, entre llantos, corrió escaleras abajo hacia su humilde habitación. Mientras Korian se dirigía a ver cómo estaba Vaguor, escuchó el sonido de los cuernos anunciando el regreso de Ocox. <<Mierda, mierda, mierda>>, maldijo Korian en sus adentros mientras apresuraba la marcha, corrió lo más rápido que pudo y se encontró con Vílaris con el rostro congestionado y los ojos humedecidos.

—Mi señora, ¿cómo...

—Se fracturó el brazo —dijo ella, intentando mantener la compostura.

—Escucha... mi hermano...

—Lo sé, pero Vag dice que fue su culpa, que él le insistió —ella le puso una mano en el hombro y esbozó un intento de sonrisa en el rostro—. Ve con tu hermano, intentaré apaciguar la cólera de Ocox para que no los castigue por esto.

La Batalla de los MártiresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora