TIEMPOS DE GUERRA: Mártir

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Año 1454 antes del Concilio

Camino sagrado, tramo oriental

Korian

Las batallas habían sido largas y extenuantes, el ejército enemigo había luchado magníficamente, pero la enorme superioridad numérica de los sureños había determinado el resultado de los encuentros. Mientras transitaban el camino sagrado hacia Darinder, bosque que sabían había quedado en poder de los norteños de la mano de Kerevan, los soldados cantaban extasiados y componían canciones sobre las victorias que habían tenido en las batallas libradas en Groubler y sobre el extraordinario desempeño de Korian en combate; ya no eran solo las palabras lo que causaba admiración por parte de los sureños hacia la figura de Korian, ahora había demostrado su valentía en batalla y, pese a tener ya más de cincuenta años, sus fuertes habilidades a la hora de combatir con la espada.

Más allá de las victorias en Groubler, los sureños habían conseguido invadir y tomar Zoer, la capital de la nación norteña de Azerdok. Aquello había molestado a Korian, quien intentó impedir que las batallas se salieran de los límites del bosque hacia naciones que no poseían esclavos nesh, sin embargo, Erival "el pirómano", primo del emperador Roelgar, había amenazado con retirar el apoyo del Imperio a su causa, por lo que Korian no tuvo más remedio que apartar la mirada y dirigirla hacia el oeste. Lo único positivo de aquello es que Erival se había quedado a defender Zoer con una cuarta parte de la Armada Imperial, no tener que lidiar con el temperamento de Erival era claramente un alivio para él. Sin embargo, el que lo reemplazó como general de campo fue su hermano gemelo, Ralgor, un hombre mucho más tranquilo y callado, pero con la mirada siniestra tan característica de su familia.

Korian había advertido que Ralgor era un sujeto muy extraño, muy tarde por las noches se alejaba del grupo y regresaba al amanecer, y algunos decían que lo escuchaban murmurar palabras ininteligibles. A diferencia de su hermano, Ralgor se mantenía afeitado el bello facial y se cortaba los cabellos con bastante frecuencia, era limpio y, extrañamente, educado. <<Un dacker educado, parece un mal chiste>>, pensó Korian mientras lo observaba cabalgando con un gesto de despreocupación.

—¿Algo de mí le ha causado gracia, sir? —le preguntó el general Ralgor dirigiendo su mirada esmeralda hacia Korian.

—Pensaba en que no te pareces en nada a tu hermano —confesó Korian—, en cuanto a la personalidad, por supuesto.

Ralgor se limitó a sonreír y a tomar de una cantimplora lo que Korian asumía que era agua. Tras ellos, Saira se aproximó apresurando un poco el trote de su caballo hasta estar entre ambos, observó al extraño sujeto con atención y le extendió la mano.

—¿Me podrías dar un poco de agua?

—No es agua —le respondió tajantemente.

—¿Y qué es? —cuestionó ella mientras se apartaba el flequillo de la frente.

—Sangre de bebé recién nacido —contestó el sujeto, dirigiendo sus ojos verdes hacia la mirada color miel de ella.

Si tuviera la boca manchada de rojo, Korian lo habría creído. Los dackers eran personas extrañas, y este lo era todavía más, incluso era raro para sus propios familiares. Ralgor sonrió y negó con la cabaza tras tomar un poco más de... ¿agua?

>>Era una broma, es una bebida especial que preparo yo mismo con frutos silvestres.

—Me vas a matar de la risa, señor comediante —repuso ella, a quien claramente no le había hecho gracia aquello.

—Tienes que ser dacker para entender el chiste —se explicó el extraño hombre.

Lo cierto es que a nadie le había hecho gracia, de hecho, muchos en verdad creyeron que lo de la sangre era en serio.

La Batalla de los MártiresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora