Capítulo 18

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Oliver y yo pasábamos cada vez más tiempo juntos pero siempre que lo hacíamos, (salvo los pocos minutos que compartíamos por las mañanas en la cafetería) estábamos con Danna y Olly. Desde aquella tarde en la librería, casi dos meses atrás, no habíamos tenido el momento de pasarlo juntos, completamente solos. Y supongo que el quiso cambiar aquello.

-¿Tienes planes para esta noche? -Preguntó poco antes de irse, pillándome totalmente por sorpresa. Tenía alguna gente a la que tenía que atender pero aun así, decidí ignorarlos y centrarme tan solo en el.

-No, no tengo planes.

-Bueno, pues ahora si los tienes. ¿Sales a las ocho, no? -A diferencia de lo nerviosa que me había puesto yo, el se encontraba totalmente tranquilo, con esa seguridad que le caracterizada como si de cierto modo ya supiese que le iba a decir que si.

Me tomó unos segundos comprender que estaba invitándome a salir y el pánico se apoderó de mi aunque intenté camuflar este, mostrándome todo lo tranquila posible. Se me hizo algo difícil.

-¿Que vamos a hacer? -Acabé preguntando, aun sin poder creer del todo lo que estaba pasando.

-¿Que importa? Voy a estar yo, es más que suficiente. -Bromeó, con esa falsa arrogancia que sacaba a relucir en ocasiones y que tanto me gustaba.

Arrugué mi rostro, intentando mostrar una mueca de disgusto.

-¿Crees que esa es una razón suficiente? -Y en realidad si que lo era. Era más que suficiente para mi.

-Por supuesto que si. -Contestó no dejando que mi falso disgusto acabara con su seguridad. Supongo que era bastante consciente de que lo mío era tan solo una actuación, En realidad, nunca había sido una buena actriz, nunca se me había dado del todo bien mentir.

-Bueno, me lo pensaré. -Murmuré tan solo en un intento absurdo de hacerme la interesante, sabiendo que no había ninguna razón en el mundo que me impidiese ir a su encuentro.

-Genial, pasaré a buscarte. -Y sin dejar que contestase, se levantó de su silla y comenzó a dirigirse hacía la puerta.

-¡Aun no te he dicho que si! -Exclamé, alzando un poco la voz, con una estúpida sonrisa en la cara pero el tan solo hizo como si no me oyese, se dio la media vuelta para dirigirme una última mirada, alzó sus dos manos, mostrando ocho dedos y guiñó un ojo.

Y salió por la puerta.

Y volvió a encontrarse en esta unas cuantas interminables horas después, a las ocho tal y como el había prometido.

Se encontraba apoyado en la pared, fumando lo que quedaba del cigarro que sostenía entre sus dedos y con la guitarra colgada en su espalda. Me había acostumbrado a verle con el instrumento la gran mayoría de veces que nos habíamos visto con los demás pues solía ser cuando los tres amigos terminaban su ensayo diario y aun así, mi estomago seguía comportándose de la misma forma; completamente loco. Estaba segura de que el instrumento le añadía aun así más belleza de la que el ya poseía y cuando le veía con este, en lo único en lo que podía pensar era en las veces que le había visto encima del escenario, dándolo todo, siendo la mejor versión de si mismo.

El me sonrió, yo le devolví la sonrisa y entonces sentí que Martha tardada demasiado en salir para echar el cierre e irnos por fin. Y al mismo tiempo, deseaba que no lo hiciese en toda la noche pues a pesar de lo mucho que deseaba acercarme a el, también me aterrorizaba el hacerlo.

-¿Ese no es el chico de las mañanas? El del álbum de Fletwood Mac. -Preguntó cuando le vio y aunque intentó hacer un esfuerzo para sonar desinteresada, lo cierto es que había una gran curiosidad en su voz. Asentí con la cabeza, intentando que mis labios no me delataran al esbozar una sonrisa.

Seremos eternos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora