Capítulo 31

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La calle estaba oscura y silenciosa, éramos las únicas mientras caminábamos sin decir nada agarrados de la mano y sin saber como, nuestros pies nos llevaron hacía la playa, aquel lugar donde antes solíamos perdernos, donde pasábamos horas y horas creyéndonos eternos. Éramos las únicas personas allí y se sintió como si fuéramos en realidad las únicas personas en todo el mundo.

Nos quedamos mirando desde lejos, sin llegar a poner nuestros pies en la arena. Era la primera vez que íbamos a aquel lugar y Oliver no llevaba su guitarra y de cierta forma, sentí como que no era lo adecuado.

-A veces desearía poder volver atrás. -Murmuró.

-Las cosas eran más sencillas. -Agregué con el y el silencio nos envolvió durante un instante. Se instaló un ambiente melancólico y triste entre nosotros, un ambiente que en realidad creo que no nos había abandonado desde que volvimos a vernos. Estábamos felices el uno con el otro pero aun así, dentro nuestra estaba esa leve tristeza que no nos dejaba estar relajados del todo, al saber que no iba a durar, que esa felicidad pronto se esfumaría. -Sabes, si me hubieran dicho que iba a acabar tan enamorada del idiota de la tienda de discos... probablemente no lo hubiera creído. -Comenté esbozando una pequeña sonrisa al recordar aquel día al pensar los distintas y mejores que al fin y al cabo eran las cosas ahora.

-Pues si me lo hubiesen dicho a mi... me lo habría creído sin dudarlo. -El me miró. -De hecho, es como si ya hubiese estado enamorado de ti incluso antes de conocerte, como si te hubiese estado esperando durante todo este tiempo aun cuando ni si quiera sabía que existías.

Así era Oliver; decía ese tipo de cosas de una manera tan natural, sencilla y sincera que creo que no era consciente de lo que sus palabras solían causar en mi interior. Y en ese momento, dolieron.

-No digas esas cosas. -Le pedí, de una manera más seca de la que pretendí. -No digas eso cuando vas a irte mañana y tenga que volver a perderte.

Me había jurado a mi misma no hablar de ello, disfrutar de esos siete días en presente, sin pensar en lo que iba a pasar después pero aquella iba a ser nuestra última noche en a saber cuanto tiempo, ¿Cómo se supone que iba a hacer como si nada estuviese a punto de para, como si las cosas fueran a ser igual que siempre? Tan solo saber que los segundos pasaban sin poder hacer nada para detenerlos, me quedaba por dentro.

-Nunca me has perdido, Jane. -Respondió secamente. -Te recuerdo que fuiste tu quien desapareció que fui yo quien te perdió.

Nos miramos durante unos segundos y pensé, ¿de verdad quería malgastar mi última noche discutiendo? No, no era así.

-No hablemos sobre ello, ni si quiera tendría que haber sacado el tema. -Le acaricié la mejilla. -Simplemente vamos a disfrutar de esta noche, ¿vale?

Y entonces, Oliver dijo lo que creo que había estado queriendo decir durante todos esos días pero que no se había atrevido a manifestar.

-Sabes que podría dejarlo. Si tu me lo pidieras, lo haría. -Murmuró y por la mirada que transmitió, supe que iba completamente en serio.

-¿Te has vuelto loco? -Pregunté aun sabiendo que una pequeña parte estaba deseando que le pidiera que lo haga, que renunciara a todo. -Nunca te pediría algo así, nunca.

El asintió con la cabeza pero no dijo nada más.

-Oliver, ¿qué pasa? Quiero decir, ¿estás contento con todo lo que está pasando? ¿Lo estás disfrutando? ¿Eres... eres feliz? -Creo que esa es una de las preguntas más difíciles de contestar y al mismo tiempo de las más importantes que hacer. También en cuya respuesta más se suele mentir.

Seremos eternos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora