Capítulo 3

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CAPÍTULO 3
LONDRES, INGLATERRA
LENNON

“Danai” pronuncio su nombre en silencio, al fin le he puesto un rostro al nombre. Porque por supuesto la vida es una retorcida de mierda que me hizo conocerla de la forma más original posible: Atropellando mi propio libro.

Había dolor real en sus ojos al ver el estado del libro, realmente significa algo para ella. Sus ojos. No negaré que son bonitos, de un azul claro bastante peculiar. Pero no es solo eso, ella es realmente preciosa, con esa boca atrevida pero vistiendo recatada.

En su mirada hay mucha historia, hay un dejo de oscuridad pero unas inmensas ganas de vivir. Muevo mis pulseras que esconden una banda elástica como la suya, sí, la ansiedad y las ganas de sentir un poco de dolor no desaparecen tan fácilmente.

Entonces me entero que es kinesióloga y trabaja con un tipo realmente raro. Es toda una caja de sorpresas y contradicciones que por alguna razón me encuentro con ganas de conocer más, de verla de nuevo ¡Detente, Lennon! Me froto los ojos y manejo hasta la editorial.

—Hola, Lennon—. Me saludan las secretarias al entrar, les sonrío y sigo adelante.

Llevo años lidiando con las insinuaciones pero en mis planes no está involucrarme con nadie de la editorial.

Solo Daniel que es mi amigo y editor, y Thera, quien es la dueña de la editorial, saben que yo estoy detrás de L. Swartz, del resto todos en esa oficina creen que reviso manuscritos y apoyo con ideas y correcciones.

Muy pocas personas saben la verdad.

—La vida es una retorcida de mierda—. Daniel levanta la vista y me dejo caer en la silla frente a su escritorio, tomo su botella de agua y alza una ceja sacudiendo la cabeza, disfruto molestarlo.

—¿Alguna otra idea estancada, amorcito? —Se quita las gafas de lectura y masajea su frente.

—La conocí...

—¿A quién? —pregunta confundido.

—A Danai...—. Ahora está más confundido.

—¿Y ella es...?

—La chica del correo, Danai.

—¡Mierda! —Rueda su silla hasta mi lado —¿La chica del correo que te estuvo enloqueciendo por días?—. Asiento. Daniel tuvo que lidiar con mis divagaciones sobre eso.

—Atropellé mi propio libro...

—¿Qué? —Se ve muy mal el pobre, lo saco de su confusión al contarle como la he conocido—. Hasta parece sacado de una novela rosa—. Empieza a reír y empujo su silla, él la hace girar por dos vueltas y vuelve a mí. Idiota.

—Me intriga, quiero saber más de ella...—. Juego con el anillo en mi dedo, hay algo en ella que no logro descifrar.

Algo de lo que he escrito pero que no había experimentado hasta ese momento.

—No creo en el amor a primera vista, pero sí creo que puede existir un sentimiento cuando reconoces que alguien es especial y puede cambiar tu vida...—. Lo miro feo, odio que use mis propios escritos en mi contra.

—Eres un insoportable de mierda—. Me lanza un beso y sacudo la cabeza.

Daniel y yo nos conocemos desde niños cuando se mudó desde España con su familia, solíamos ser vecinos y ahora somos hermanos. Pasamos muchas mierdas juntos, fue Daniel el primero en apoyar mis escritos y animarme a dejarlos ver la luz.

—Al menos sabes donde trabaja, ve y búscala o habla con el tipo ese, tal vez consigas su teléfono o algo—. No es una mala idea, aunque ese tipo es raro y algo intimidante a decir verdad.

Solo Tú Me Haces RealDonde viven las historias. Descúbrelo ahora